Dispuestos a todo
UN TESTIGO que hab¨ªa implicado a guardias civiles del cuartel de Intxaurrondo en la tortura y asesinato de los miembros de ETA Lasa y Zabala, en 1983, fue a su vez torturado por desconocidos el pasado fin de semana. Podr¨¢ considerarse que su testimonio es m¨¢s o menos fiable y especularse con otros posibles m¨®viles de la agresi¨®n. Pero la realidad innegable, corroborada por los m¨¦dicos que le atendieron, es que ese denunciante -amparado por la ley de protecci¨®n de testigos, por lo que su identidad no es p¨²blicamente conocida- fue salvajemente torturado y vejado. Tan innegable como que Lasa y Zabala fueron secuestrados, torturados y asesinados. Que la polic¨ªa diga no haber descartado otras hip¨®tesis puede ser una cautela profesional l¨®gica. Pero mientras no aparezcan evidencias que la contradigan, la hip¨®tesis m¨¢s veros¨ªmil es la que relaciona la agresi¨®n con un intento de amedrentar al testigo a fin de que retire su acusaci¨®n contra agentes de Intxaurrondo. Y ello es grav¨ªsimo.As¨ª se deduce del relato del testigo, pero tambi¨¦n de los antecedentes relacionados con este caso. Todos o casi todos los testigos que han vinculado a Intxaurrondo con el caso Lasa y Zabala han sido amenazados o presionados. Ayer mismo, uno de ellos, un antiguo guardia civil apellidado Vel¨¢zquez, que ya hab¨ªa atribuido a amenazas la retirada de una primera denuncia realizada en 1986, declar¨® en la Audiencia Nacional haber encontrado la v¨ªspera, en el buz¨®n de su domicilio, una bala de 9 mil¨ªmetros, cuya presencia interpret¨® como un aviso de lo que le esperaba si manten¨ªa su acusaci¨®n. Otro testigo acogido a las medidas de protecci¨®n, un antiguo contrabandista apodado Txofo, denunci¨® el pasado verano haber sido filmado por guardias civiles cuando com¨ªa con el ex gobernador de Guip¨²zcoa Juan Mar¨ªa J¨¢uregui. Este ¨²ltimo declar¨® que "un sector de la Guardia Civil est¨¢ tratando de intimidar o hacer todo lo posible para que este testigo no declare".
La posibilidad de que algunas de esas personas hayan declarado en falso a cambio de dinero no es del todo descartable, pero no parece muy probable en casos tan graves como el del secuestro y asesinato de. Lasa y Zabala. De todas formas, esa credibilidad se ver¨ªa reforzada si los propios testigos, o algunos de ellos, se prodigaran menos en programas de televisi¨®n y otros medios. Que la trayectoria biogr¨¢fica de algunos de esos testigos sea poco edificante, incluso, eventualmente, la de aut¨¦nticos canallas, es algo a tener en cuenta a efectos de valorar la fiabilidad de sus testimonios, pero no de determinar el grado de protecci¨®n que necesitan. Lo primero corresponde a los jueces y lo segundo al Ministerio del Interior.
Por su propia naturaleza, ciertos delitos s¨®lo pueden ser esclarecidos a partir de denuncias de personas que al hacerlas ponen en riesgo evidente su seguridad personal. ?se fue uno de los motivos por los que el Parlamento aprob¨® en diciembre de 1994 un proyecto de ley presentado por el PNV sobre "protecci¨®n a testigos y peritos en causas criminales". La ley atribuye al instructor la capacidad para establecer las medidas necesarias para preservar la identidad de aquellos testigos en los que aprecie un temor razonable a sufrir represalias, y para garantizar, mediante la protecci¨®n policial adecuada, su seguridad.
Interior ha argumentado que las medidas aplicadas hab¨ªan sido decididas conjuntamente por el juez, el ministerio y el interesado. El lamentable resultado evidencia que eran medidas insuficientes. Si la presencia de escoltas se consideraba demasiado llamativa en una localidad como en la que habitaba el agredido, ¨¦ste tendr¨ªa que haber sido trasladado a otro lugar. En todo caso, con vistas al futuro, ya se sabe que hay gente, supuestamente interesada en evitar que avance la investigaci¨®n del caso Lasa y Zabala, dispuesta a torturar para presionar a los testigos antes del juicio, incluso si ello aumenta la presunci¨®n de culpabilidad a ojos de la opini¨®n p¨²blica. En adelante, las medidas de protecci¨®n deber¨¢n ser proporcionales a esa evidencia.
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