La madera le cubri¨® las espaldas a la Real
El partido, como el d¨ªa, empez¨® mustio. Mucho fr¨ªo, mucha agua y demasiado equilibrio entre dos conjuntos dispares que cultivan filosof¨ªas distintas. La Real Sociedad, tras los ¨²ltimos desastres (arbitrales o futbol¨ªsticos) quer¨ªa ser vertical como la tormenta, sacar chispas y cortocicuitar a un Rayo Vallecano m¨¢s templado. Para ello apel¨® a su energ¨ªa particular, esto es, el raciocinio de De Pedro y la explosividad de Craioveanu. Dos minutos de locura rompieron el partido. La raz¨®n fue siempre la misma: p¨¦rdida de bal¨®n por exceso de tecnicismo rayista y lecci¨®n magistral de De Pedro en los centros cruzados. Fueron dos minutos luminosos en Anoeta que condujeron al Rayo a un naufragio pasajero en un partido hasta entonces controlado.El apag¨®n result¨® milagroso. El partido se encendi¨® por la credibilidad de unos y las urgencias de otros. El toma y daca le puso alma a la disputa. Los argumentos no variaron pero s¨ª se hicieron m¨¢s emocionales. La Real, al contragolpe, encontraba mayores facilidades para encarar a Contreras, aunque le faltara lucidez en los metros finales. As¨ª malgast¨® muchas balas en el empe?o.
Liderado por un todopoderoso Ezequiel Castillo y apuntalado por la presencia de Klimuvic, Moureau y Radchenko, el Rayo super¨® a la Real Sociedad pero tropez¨® con la madera no una, ni dos, sino tres veces. Primero Guilherme en una jugada espectacular, y despu¨¦s dos compa?eros en remates sucesivos a la salida de un c¨®rner.
El Rayo fue tan espectacular en su juego como en sus errores. La Real apel¨® a un promedio menos l¨²cido, menos bello, pero m¨¢s pr¨¢ctico. La madera le cubri¨® las espaldas.
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