Al Madrid le pierde el p¨¢nico
El Lleida empat¨® cuando su rival se qued¨® con diez
Ten¨ªa una ventaja de dos goles el Madrid cuando se qued¨® con diez, por expulsi¨®n de Ra¨²l. Y a la trinchera que se fue. All¨ª crey¨® estar a refugio del discreto f¨²tbol del Lleida. All¨ª se suicid¨®. Agach¨® el Madrid la cabeza, henchido de congoja, empeque?ecido, y en el vestuario acab¨® con la cara de memo que suele dejar un partido como ¨¦ste, donde el poco f¨²tbol que se vio fue blanco. Y el miedo tambi¨¦n.Fue un doloroso ejercicio el del cuadro local, que estaba tranquilo, feliz, a lomos de un juego aseado e inteligente, pero que se deshizo en cuanto el ¨¢rbitro se?al¨® penalti tras una salida de Ra¨²l a los pies de Bidaurr¨¢zaga. Fue exactamente la misma jugada que minutos antes se hab¨ªa producido en el ¨¢rea contraria, con la diferencia de que en ¨¦sta al colegiado le bast¨® con una amarilla para castigar a Emilio. Ra¨²l, no se sabe bien por qu¨¦, tuvo peor suerte.
Hasta entonces el partido era de un Madrid sobrado. El descosido que le hac¨ªa Javi Guerrero, el mejor con diferencia, a la defensa del Lleida se antojaba espectacular. Pudo marcar en dos ocasiones. Como lo pudo hacer Mor¨¢n, con el rival a verlas venir. No las ve¨ªa.
Pero lleg¨® la jugada rese?ada, la de la expulsi¨®n y el penalti. Que fall¨® Garitano, pero que sirvi¨® para que el Madrid se descompusiera. En los 45 minutos que restaban el conjunto blanco fue una caricatura temblorosa, que reculaba al grito de ?ay, que me dan! Pero el Lleida ni siquiera daba. Claro que a fuerza de empujar, a base de empellones, fue creciendo por momentos, tras el acierto de Rojo en los cambios. Y como su acoso se convirti¨® en costumbre, pues llegaron los goles de Escoda.
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