Divulga, que algo queda
Probablemente orgulloso de tener un hijo investigador, cuando a¨²n viv¨ªa, mi padre acostumbraba a preguntarme: ?qu¨¦ has descubierto hoy?, y yo no sab¨ªa qu¨¦ contestar. Mi padre, como la mayor¨ªa de la gente, no sab¨ªa en qu¨¦ consiste la investigaci¨®n cient¨ªfica, que el conocimiento cient¨ªfico avanza lentamente y que un d¨ªa, un mes, un a?o e incluso toda una vida de observaci¨®n, estudio y an¨¢lisis pueden no ser suficientes para tener una contestaci¨®n a su pregunta. El desconocimiento general sobre el proceder del cient¨ªfico, sus aportaciones, etc. seguramente es una responsabilidad m¨²ltiple: desinter¨¦s secular del ciudadano medio, falta de cultura divulgativa y un tradicional alejamiento del cient¨ªfico espa?ol de eso que se da en llamar el gran p¨²blico, la gente corriente. Por ello, los que nos dedicamos a este poco suculento pero apasionante negocio hemos de asumir nuestra parte de responsabilidad, porque no conozco a nadie que permanezca indiferente ante problemas tan esenciales como el comienzo de la vida, la capacidad de enfermar, el origen de la conciencia... problemas que hoy son temas de estudio con el m¨¦todo cient¨ªfico en la mano.La ciencia forma parte de la realidad social. Los grandes enigmas del universo son actualmente abordables y de inter¨¦s general .Los cient¨ªficos somos afortunados protagonistas del avance del conocimiento. Convengamos, pues, que es necesario ilustrar y dar a conocer al gran p¨²blico lo que vamos aprendiendo sobre estos temas, es decir divulgar. No s¨®lo eso, tambi¨¦n c¨®mo trabajamos y pensamos, c¨®mo abordamos a los problemas y c¨®mo, ocasionalmente, logramos ¨¦xitos. Hay que desmitificar la figura del cient¨ªfico, pues no somos m¨¢s que obreros dedicados al esclarecimiento de las reglas que rigen en la naturaleza, a plasmar en leyes los hechos que observamos. Por ello, los cient¨ªficos hemos de involucrar a la sociedad en nuestros actos. La sociedad nos paga y sufraga nuestras actividades, justo es que le mostremos c¨®mo procedemos. Adem¨¢s, una buena divulgaci¨®n aumenta el inter¨¦s social por aspectos relacionados con la actividad cient¨ªfica, cosa que la ciencia espa?ola necesita probablemente ahora m¨¢s que nunca.
Si bien es evidente la falta de entendimiento entre el cient¨ªfico, aislado en su laboratorio, y la sociedad, tambi¨¦n lo es que el periodismo cient¨ªfico puede servir de nexo entre ambos. La prensa tiene un gran papel que jugar en esta tarea, ?Qui¨¦n puede negar el grado de conocimiento que, en los ¨²ltimos a?os, hemos logrado en aspectos judiciales?. Conceptos como prevaricaci¨®n, malversaci¨®n o recusaci¨®n nos resultan ahora sorprendentemente familiares. Igual deber¨ªa pasar con conceptos como oncogen, quimiotaxis, fractal o mitocondria. Aunque cuantitativamente no, el nivel cualitativo de la ciencia espa?ola es bueno. Estamos en condiciones de opinar sobre temas centrales desde una posici¨®n autorizada, aunque. nuestros nombres no sean anglosajones. La cultura divulgativa en pa¨ªses desarrollados cient¨ªficamente es grande. No hay m¨¢s que ojear el The New York Times y ver a qu¨¦ nivel se tratan estos temas.Juan Lerma es investigador del Instituto Cajal (CSIC).
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