Gernika es
A PUNTO de cumplirse 60 a?os del bombardeo que destruy¨® la villa de Gernika, el Parlamento alem¨¢n ha decidido conceder a ese municipio una reparaci¨®n simb¨®lica equivalente a unos 250 millones de pesetas. Aquel d¨ªa de abril de 1937, un lunes de mercado, hacia las cuatro y media de la tarde, cuatro bombarderos Heinkel, tres escuadrillas de Junkers y dos unidades de cazas encuadrados en la Legi¨®n C¨®ndor, enviada por Hitler en auxilio de Franco, arrojaron sobre Gernika no menos de 10.000 kilos de bombas explosivas y otros 30.000 de bombas incendiarias. Los cazas, volando a baja altura, ametrallaban a los vecinos que hu¨ªan por la vega del r¨ªo o en direcci¨®n a los montes cercanos.Era la primera vez que se bombardeaba una ciudad abierta, sin especial significaci¨®n militar. El espanto de la acci¨®n, conocido en todo el mundo gracias sobre todo al relato del corresponsal de The Times George Steer, convirti¨® a la villa foral, s¨ªmbolo de las libertades de los vascos, en s¨ªmbolo tambi¨¦n de la barbarie humana. Hubo 2.000 muertos y un millar de heridos. El Consejero de Interior del Gobierno Vasco, Telesforo Monz¨®n, comunic¨® el hecho con un escueto telegrama: "Gernika fue".
Al bombardeo alem¨¢n sigui¨® la afrenta. Durante d¨¦cadas, historiadores, diplom¨¢ticos, propagandistas y periodistas m¨¢s obedientes a Franco que a la verdad negaron ¨¦sta aduciendo que hab¨ªa sido el Gobierno vasco -que no ten¨ªa aviones- o diversas unidades republicanas los que hab¨ªan incendiado Gernika. El periodista Manuel Aznar, autor de una Historia militar de la guerra de Espa?a, despacha el asunto afirmando que la villa foral "arde incendiada por unos batallones de dinamiteros asturianos". El propio dictador se hizo nombrar hijo adoptivo de la villa en uno de los gestos m¨¢s sarc¨¢sticos de su carrera. Picasso expres¨® el horror de la matanza en un cuadro que presidi¨® la representaci¨®n de la Espa?a republicana en la Exposici¨®n de Par¨ªs. Durante d¨¦cadas, el nombre de Gernika y las figuras descoyuntadas del cuadro formaron parte del imaginario colectivo del antifranquismo.
Una escultura de Moore y otra de Chillida recuerdan hoy en Gernika aquella pesadilla e invitan a no repetirla. A partir de ahora, el polideportivo que se construir¨¢ con la indemnizaci¨®n alemana se a?adir¨¢ a ambas obras como centro de encuentro y convivencia pac¨ªfica de los vecinos. Es s¨®lo un gesto, pero todo un gesto.
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