La econom¨ªa de los pobres
En la iglesia de San Pedro M¨¢rtir de Toledo, donde yacen los huesos de Garcilaso de la Vega, ha clausurado Mario Vargas Llosa la Semana Mara?¨®n disertando sobre el libro de Don Gregorio, Elogio y nostalgia de Toledo. M¨¢s que una conferencia ha sido una animada conversaci¨®n entre el novelista y el doctor, como si, vencida la cruel realidad del tiempo y de la muerte, hubi¨¦ramos tenido el privilegio de discutir, en una de las finas tertulias de los domingos, en el Cigarral de Menores, el cambiante significado del calificativo "liberal" a lo largo de los siglos.Para el poeta y soldado Garcilaso, liberal significaba generoso, refinado, animoso. Mediado el siglo XX, Mara?¨®n conceb¨ªa lo liberal sobre todo como un talante, como la disposici¨®n a escuchar y comprender, la capacidad de dudar, el rechazo de la intolerancia. Es cierto que tambi¨¦n admit¨ªa una dimensi¨®n pol¨ªtica en este modo de ser: el liberal deb¨ªa en su opini¨®n oponerse tanto al reaccionario como al revolucionario. Pero, not¨® Vargas que le faltaba en su ideario liberal toda la dimensi¨®n econ¨®mica. No hab¨ªa conciencia de los peligros que iba a plantear para la libertad el desmesurado crecimiento del Estado, entonces a¨²n m¨ªnimo, ni tampoco de los cr¨ªmenes que iban a cometerse en nombre del socialismo, nacional o real.
La experiencia de nuestro siglo ha ense?ado a algunos de nosotros que la libertad personal es perecedera cuando falta la libertad econ¨®mica. A quienes as¨ª pensamos nos acusan de fundamentalistas, intolerantes, dogm¨¢ticos, es decir, de "neoliberales". Ley¨® Vargas Llosa un suelto de peri¨®dico que recog¨ªa el resultado de un refer¨¦ndum planteado por los mun¨ªfices del pueblo andaluz de El Borge a sus ciudadanos. Se les invitaba a pronunciarse entre el "neoliberalismo" o "la humanidad": el resultado fue de 5 a favor de lo liberal y 525 por lo humanitario. Se pregunt¨® el conferenciante: ?ser¨ªan gamberros o h¨¦roes esos cinco?
Soy el primero en corregir lo que se me hace ver err¨®neo con hechos y argumentos, y no digamos mi amigo que cuando era joven y le llamaban Varguitas fue partidario de la revoluci¨®n cubana y dem¨¢s idioteces latino-americanas. Pero considero que, a grandes rasgos, la filosof¨ªa econ¨®mica liberal ha demostrado ser, a lo largo de estos ¨²ltimos 200 a?os, la mejor amiga de los pobres, los d¨¦biles, los oprimidos, los emigrantes, los sin-trabajo.
Una larga serie de economistas liberales, Adam Smith, Melchor de Jovellanos, David Ricardo, Federico Bastiat, Laureano Figuerola, Alfred Marshall, Milton Friedman, han mostrado que el libre comercio internacional mejora el bienestar de la humanidad, en especial el de los pueblos m¨¢s pobres. La pol¨ªtica agraria comunitaria, por ejemplo, es una de las principales causas del hambre en ?frica, que tanto lamentan los enemigos de la econom¨ªa libre. Los instalados ricos se protegen contra las importaciones para defenderse contra los competidores extra-muros y as¨ª los condenan a la miseria. Esta idea de que la plena libertad de comercio aumenta el bienestar general es contraria a la intuici¨®n y al sentido com¨²n. No es una receta f¨¢cil, porque su aplicaci¨®n a menudo duele: como da?a los intereses de quienes producen con costes m¨¢s altos lo que nadie demanda, los instalados poderosos se defienden con dureza, influyen en los medios de comunicaci¨®n, y controlan los diputados. Con ese ruido es dif¨ªcil convencer a la opini¨®n p¨²blica de que deben cerrar los o¨ªdos a esa defensa de parte y apostar por la libertad.
He aqu¨ª uno de los ejemplos de lo que los conservadores de lo establecido llaman dogmatismo neo-liberal, cuando es lecci¨®n de muchos pensadores y larga pr¨¢ctica. Una cosa es huir de la intolerancia y muy otra es no tener convicciones, sobre todo cuando est¨¢n basadas en la experiencia pasada por el cedazo de la cr¨ªtica y expuestas con sentido del humor. Nada hay m¨¢s liberal que la sonrisa, y m¨¢s conservador que el sarcasmo y el insulto.
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