Johnny mira desde el coraz¨®n de lata
Una mujer se enfrenta a la muerte de su marido y de su hijo como voluntaria
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En ese coraz¨®n que ha perdido su ba?o de plata y que Carmen Ortiz lleva siempre colgado del cuello pervive Johnny, que ahora tendr¨ªa siete a?os si viviera. Y si viviera, ?ngel cumplir¨ªa 40. Al padre y al hijo se los acaba de llevar el sida del lado de esta mujer de grandes ojos, cabellera de azabache y biograf¨ªa tan accidentada como los torrentes que se despe?an por la sierra. Carmen se ha quedado sola con su virus, una madre con la que no puede desahogarse, las horas que echa de voluntaria en la organizaci¨®n Apoyo Positivo y ese coraz¨®n de lata con el retrato de su hijo.Parece dura Carmen y lo apunta: "Cada vez que hay una tragedia, me suben las defensas, f¨ªjate". Ella ser¨ªa un n¨²mero entre los 22 millones de infectados vivos del mundo. Tiene 623 linfocitos CD4. Est¨¢ en tratamiento con dos antivirales. Pese a lo que ha vivido, dice que hay que pensar que el sida s¨®lo es un mal cr¨®nico y que no hay que obsesionarse con la muerte.
Hace mucho tiempo era contable, tuvo una hija que ya es una mujer y la hero¨ªna la rob¨® al mundo durante muchos a?os, hasta hace cuatro, cuando se recluy¨® en una casa para desengancharse. El virus del sida ya campaba por su cuerpo: se infect¨® hace una d¨¦cada. All¨ª, en una finca de Valencia, conoci¨® a ?ngel. Y al hijo de Angel, Johnny: "Fue como un flechazo eso que nos dio al ni?o y a m¨ª". Con sus dientes grandes y el flequillo rubio -con el que mira desde el coraz¨®n que la madre va a ba?ar en plata- Johnny muri¨® de sida una madrugada de junio de este a?o. Su ¨²ltima consciencia la guard¨® para acariciar el vientre de su madre adoptiva, que llora al relatarlo y que entonces se lo comi¨® a besos. "Mire como digo yo, mi hijo ha sido el ¨²nico hombre que me ha regalado joyas", el ¨²nico que siente que la ha cuidado, que ahorraba para comprarle mu?ecos de peluche; que, con su cuerpo repleto de morfina, se preocupaba de que la madre sorbiese un caldito o que se tomase las pastillas a su hora.
Hace un a?o, Carmen llam¨® a Apoyo Positivo. Su marido ten¨ªa afectado el cerebro y se hab¨ªa vuelto, seg¨²n cuenta, agresivo
Una chica de la organizaci¨®n acogi¨® en su casa a la madre y al hijo. Empez¨® entonces un breve sue?o para Johnny: fiestas, Reyes, cumplea?os, paseos con los voluntarios de Apoyo Positivo y otros ni?os enfermos ... Johnny volv¨ªa con un brillo picar¨®n en los ojos, como un pillete que no quiere confesar sus correr¨ªas. En el hospital siempre tuvo compa?¨ªa. Nunca pidieron nada a cambio.
Carmen vivi¨® con un intervalo de dos meses la muerte del padre, en abril, y la del hijo. Despu¨¦s, ten¨ªa que esperar cada d¨ªa a que llegase la noche para abrir el sof¨¢ cama de la casa de su madre y desgranar su dolor.
Un d¨ªa, hace tres semanas, le llamaron los de Apoyo: "Vente, que necesitamos voluntarios aqu¨ª, vamos a montar un taller para hacer lazos". Ha sido su mayor consuelo. Esta noche se ir¨¢ de fiesta.
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