Thyssen y los surrealistas
Querida ni?a:Nos han colgado de las paredes del museo Thyssen Bomemisza hasta el 23 de febrero. La exposici¨®n se llama Juegos Surrealistas, 100 cad¨¢veres exquisitos. La mayor¨ªa estamos muertos. No s¨¦ si te acuerdas, Gala. A menudo dec¨ªas: Paul Eluard, mi poeta, mi vida, no tengo buena memoria. Para definir Cad¨¢ver Exquisito, escribimos el texto Andr¨¦ Breton y yo: juego de papel plegado que consiste en componer una frase o un dibujo por varias personas, sin qu¨¦ ninguna de ellas pueda tener en cuenta la colaboraci¨®n o colaboraciones precedentes. El ejemplo que ha dado nombre al juego viene de la primera frase obtenida de esta manera: el cad¨¢ver -exquisito- beber¨¢ -el vino- nuevo.
Ocurri¨® durante una noche de 1925, en casa de Breton, entre licores, humo, risas; t¨² estabas preciosa. Andr¨¦ propuso el juego, que se prolongar¨ªa a, lo largo de 23 a?os. Cogi¨® un papel, bocet¨® algo. Pleg¨® el papel, escondi¨® el dibujo. Bajo el pliegue yo dibuj¨¦ lo que me apetec¨ªa, por impulso, por obstinaci¨®n. Lo volv¨ª a plegar y te toc¨® a ti, luego a los dem¨¢s. Resultaba extra?o, nadie sab¨ªa qu¨¦ ocultaba cada doblez, pero al final las composiciones ten¨ªan coherencia, tal vez porque viv¨ªamos y respir¨¢bamos las mismas cosas. Tambi¨¦n amamos a las mismas mujeres. Me abandonaste por Dal¨ª, nunca te lo hab¨ªa reprochado. Perdona, Galoska, mi amor, fue doloroso, es doloroso.
El comisario de la muestra es un viejo amigo, Jean-Jacques Lebel. Llegamos a frecuentarle, cuando era joven y nosotros viejos. Lleva tiempo reivindic¨¢ndonos. Los que estamos en la exposici¨®n se lo agradecemos: Aragon, Bello, Brauner, Bu?uel, Ernst, Franc¨¦s, Lorca, Tanguy, Lorca, Hausmann, Hugo, Luca, Masson, Miro, Picasso, Tzara, Unik y tantos otros. A pesar de los a?os pasados me siguen gustando nuestros cuadros, llenos de color, sue?os, magia, el erotismo que nos enganch¨®. Pienso que nuestra vanguardia late todav¨ªa, y que la vanguardia sobre la vanguardia est¨¢ a¨²n por llegar. Los artistas del fin de siglo son muy convencionales, muy estirados, como dir¨ªas t¨².
Salas grandes y menos grandes, a ratos laber¨ªnticas, igual que nuestros juegos; una exposici¨®n magn¨ªfica, en el museo Thyssen. Nosotros all¨ª, mirando a quienes nos miran. Arriba un espacio con camareros y gente que nunca fue la nuestra. Al principo no consigo ver demasiado desde las paredes. Comienza el, recorrido con los halagos de siempre. En la cabecera marchan los barones con la mujer que lleva el museo, Juby Bustamante. Parece encantadora y sabe de lo nuestro: la irreverencia, el combate contra los intolerantes. Le acompa?a el financiero Manuel L¨®pez Figueroa, del Barclays, el banco que pone el dinero. A los surrealistas, los artistas, nos suelen despreciar los poderosos. Est¨¢ bien que uno de ellos se preocupe. Si hay suerte entender¨¢n que tambi¨¦n empujamos la realidad. La cabecera es un enjambre de fot¨®grafos, televisiones, periodistas, pol¨ªticos. Son una cultura a la contra. Es un avispero, un murmullo de peque?as codicias. Me agobio, mi esp¨ªritu se interna en el laberinto. Me siento bien, ajeno al espect¨¢culo. Antes de que llegue el alud me observo y os observo, Gala, mi raz¨®n. En la sala 9 no hay nadie, de momento. Entonces aparece el bar¨®n. Est¨¢ s¨®lo y le rodean tres guardaespaldas con aud¨ªfonos y toda una artiller¨ªa. El bar¨®n Thyssen tiene el rictus de granito, la cabeza ladeada, casi extra¨ªda de un t¨®rax descompuesto, la mirada fija, un dolor que le atraviesa el costado como un rel¨¢mpago. Est¨¢ mal, es mayor y no le tocaba venir. Se presenta la baronesa, nadie m¨¢s. Est¨¢ preocupada, lo denota su expresi¨®n, se ve que le quiere. Intercambian unas frases. El bar¨®n se marcha a descansar. La baronesa se relaja, sonr¨ªe y espera al avispero. Mi esp¨ªritu se pega a una pared, estos son capaces de arrasar a cualquiera.
Transcurrido un rato el nido de avispas se deshace. Pocos, los que no son conocidos o famoso o mandan, contemplan con curiosidad los dibujos, las aguadas, los collages. Duchamp les llamaba regardeurs, espectadores activos a los que en verdad se dedica la exposici¨®n. Son las personas que miran lo que se les propone desde una perspectiva cr¨ªtica y subjetiva. Galoska, en los pr¨®ximos d¨ªas nos visitar¨¢n...
Muchos, los trajeados, las se?oras pastiche, no nos atienden. No s¨¦ por qu¨¦ han venido. Permanecen en las salas, en corrillos, pasados de poder y gomina. Nos dan la espalda y ni siquiera se acercan a nuestros dibujos. Adoran las fiestas y las m¨¢scaras, aborrecen el arte, sobran aqu¨ª...
Mi amor, disculpa, te dejo un rato con Dal¨ª. S¨¦ que te cuida. Me voy a la planta de arriba, donde est¨¢n las bebidas y los individuos que no han bajado a vemos, que no bajar¨¢n. Son cantantes de pastel, tertulianos que se suponen ilustres, presentadores de telebasura... No te preocupes, Gala, Galoska, mi amor, esto era la inauguraci¨®n, s¨®lo eso. La exposici¨®n merece la pe?a.
Te cubro de besos.
Paul Eluard.
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