Hegemon¨ªa o cooperaci¨®n
La cumbre de la Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (OSCE), celebrada esta semana en Lisboa, pese a haber contado con la presencia de los jefes de Estado y presidentes de Gobierno de m¨¢s de medio centenar de pa¨ªses -un verdadero reto de organizaci¨®n que nuestro vecino ha sabido resolver con brillantez- ha puesto de manifiesto el futuro harto incierto de un organismo, surgido en Budapest hace dos a?os, como institucionalizaci¨®n de la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europea (CSCE). Esta conclusi¨®n exige dilucidar dos cuestiones previas: primero, una valoraci¨®n de lo que ha significado la Conferencia de Helsinki para la paz y seguridad de Europa; en segundo lugar, dar cuenta del hecho de que, finalizado el conflicto este-oeste con la desaparici¨®n de uno de los contrincantes, la tarea propuesta hab¨ªa concluido. El que se mantenga la OSCE, aunque a mecha lenta, sin llegar ni siquiera a obtener el rango de un organismo internacional, pide una explicaci¨®n.La primera CSCE, celebrada en 1975, fue resultado de un largo forcejeo por parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y es hoy el ¨²nico residuo institucional que ha pervivido a su derrumbamiento. La URSS no hab¨ªa dejado nunca de insistir en su vocaci¨®n por la paz, hasta el punto de considerar el eje de su pol¨ªtica exterior "la lucha por la seguridad y la cooperaci¨®n en el continente europeo". Mensaje que durante la guerra fr¨ªa transmiti¨® hasta en los per¨ªodos de mayor hostilidad y que el Occidente atribuy¨® siempre, bien a propaganda, bien al af¨¢n de expulsar a EE UU del continente europeo. En la llamada Declaraci¨®n de Bucarest, de 6 de julio de 1966, los pa¨ªses del Pacto de Varsovia hacen una propuesta concreta para distender las relaciones este-oeste con una pol¨ªtica de cooperaci¨®n econ¨®mica, cient¨ªfica y cultural. La intervenci¨®n militar en Checoslovaquia en 1968 parec¨ªa mostrar la cara real de la pol¨ªtica de entendimiento que se ofrec¨ªa, cuando, en realidad, fue el factor principal de su aceleraci¨®n; la URSS comprendi¨® que para mantener su Imperio no bastaba la fuerza, sino que era preciso una pol¨ªtica de desarrollo econ¨®mico y social, ¨²nicamente concebible si cesaba la rivalidad armament¨ªstica y se pasaba a cooperar con Occidente.
Cuando en 1972 se lleg¨® con EE UU a un Acuerdo de limitaci¨®n de las armas estrat¨¦gicas (SALT) y se firm¨® el Acuerdo cuatripartito sobre Berl¨ªn, cerrando una fuente interminable de conflictos, se hab¨ªan puesto las bases para que al fin se hiciera realidad el sue?o de la diplomacia sovi¨¦tica. Para la URSS era fundamental el que, junto a 1a prohibici¨®n de amenazar o de emplear la fuerza", "se reconociesen las fronteras surgidas de la Segunda Guerra, miund¨ªal"1 "as¨ª como la integridad territorial de los Estados existentes" -lo que implicaba la divisi¨®n indefinida de Alemania- a- lo que el mundo, occidental accedi¨®, imponiendo como ¨²nica contraprestaci¨®n "el respeto de los derechos y libertades fundamentales", punto que, al dar nuevas alas a la disidencia, se revel¨® mucho m¨¢s eficaz de lo que hab¨ªan pensado las partes.
Quedaba as¨ª dise?ada una l¨ªnea de convergencia para ir paso a paso reduciendo el conflicto este-oeste, que tuvo, sin embargo, un final inesperado: el desplome de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Al derrumbarse uno de sus pilares, se interrumpe el proceso que inici¨® la CSCE. Rusia, ya muy debilitada, sin veto que imponer, se da de bruces con. la mayor amenaza que hab¨ªa podido imaginar: la OTAN no s¨®lo permanece despu¨¦s de la desaparici¨®n del Pacto de Varsovia, sino que incluso acoge a sus antiguos sat¨¦lites. Se desvanece el sue?o de la "gran casa europea" basada en la cooperaci¨®n, a la vez que se refuerza la OTAN, c¨®mo pilar de una Europa unida bajo hegemon¨ªa norteamericana. Con el fin de que pueda tragar p¨ªldora tan amarga, y desde el convencimiento de que ser¨ªa peligroso abandonar a Rusia a su suerte, la OSCE tiene la funci¨®n, nada desde?able, de mantener una zona de cooperaci¨®n europea en la que Rusia est¨¦ integrada.
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