Hay otros morbos
Real Madrid-Barcelona. Era el partido del siglo. Un siglo medi¨¢tico, desde luego, capaz de alterar aquello que el D¨ªa de la Constituci¨®n deja inalterable: la programaci¨®n de televisi¨®n. Telemadrid, que dio se?al a la FORTA, La 2, y a 20 emisoras extranjeras con una audiencia potencial de 500 millones de espectadores, levant¨® un chiringuito a las puertas del Bernab¨¦u, mand¨® al tiritante hombre del tiempo (cero grados como temperatura ambiente) a lo alto de un rascacielos y dedic¨® todo el d¨ªa al onanismo cat¨®dico en torno al "gran duelo": entrevistaron a la vendedora de souvenirs merengues, vimos la salida de los jugadores del hotel Monte Real, conocimos su dieta, espiamos Madrid desde las pantallas del Ayuntamiento ... Todo ello mientras un pitufo vocinglero paseaba su palmito por la pantalla al son del "hala, Madrid" imitando al Jordi Cul¨¦ que la televisi¨®n catalana TV-3 sobreimpresiona en sus retransmisiones deportivas. Qu¨¦ se le va a hacer: el toque hortera lo tiene cualquiera.
Pero todo ese despliegue t¨¦cnico, toda esa catarsis deportivo-cat¨®dica qued¨® empeque?ecida al comienzo del partido. Sin posibilidad de planos cenitales (los norteamericanos han sido capaces de situar sus c¨¢maras en zepelines sobre los campos de la National Football League) y sin el recurso efectista de grandes angulares con los que insistir en la grandiosidad del estadio, s¨®lo pudieron considerarse a la altura del espect¨¢culo el travelling tras la porter¨ªa y alg¨²n primer plano de detalle, siempre tras una jugada importante.
Se anunci¨® una conexi¨®n con los vestuarios que nunca lleg¨®, como tampoco se explotaron los momentos de lucimiento f¨ªsico de esos hombres entregados al juego. Mantener la atenci¨®n en la pantalla esquivando los spots sobreimpresionados (18 marcas, incluida la promoci¨®n de la pel¨ªcula de Schwarzenegger) merece un premio, y no a ese maldito pitufo Hay otros morbos. Y no est¨¢n precisamente en el resultado.
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