"Hay que revisar la idea de ciudadan¨ªa"
La Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos de Espa?a (APDH) cumpli¨® ayer 20 a?os. Nacida al calor de la lucha por la democracia -su primer presidente fue Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez-, sigue en ello, al comp¨¢s de los tiempos. Ram¨®n S¨¢ez, vocal del Consejo del Poder Judicial, lleva un a?o presidiendo la direcci¨®n colegiada de una asociaci¨®n que intenta comprometerse en "dar voz a los sin voz". Los premios de la APDH tienen un gran prestigio: este a?o el nacional ha sido para Juan Carlos R¨ªos, penalista, especializado en presos y menores marginados, y el internacional para Fernando Gomes, presidente de la Liga de Derechos Humanos de Guinea-Bissau, implicada en la acogida a los africanos expulsados de Ceuta este a?o por el Gobierno espa?ol (los famosos "hab¨ªa un problema, y se ha resuelto").Pregunta. ?En qu¨¦ se diferencia la APDH de otras ONG?
Respuesta. No se nos puede adjudicar ninguna connotaci¨®n de actividad lejana o de aventura. Estamos aqu¨ª haciendo el diagn¨®stico de la situaci¨®n de unos derechos humanos que se denominan universales, pero que, igual que la libertad o la democracia, nunca pueden considerarse conquistados.
P. ?Cu¨¢les son los terrenos en que se bate?
R. Unos cuantos, pero los principales ser¨ªan los derechos de los presos y de los inmigrantes. Se trata de acudir donde haya sufrimiento y exclusi¨®n. Hay que replantear la noci¨®n misma de ciudadan¨ªa. Antes ni siquiera los trabajadores, o las mujeres, eran ciudadanos: hoy no lo son los presos ni los inmigrantes. Estamos a favor de las c¨¢rceles peque?as, que ayudan m¨¢s a la rehabilitaci¨®n. Hay terribles situaciones en las prisiones: los reclusos en r¨¦gimen de aislamiento pasan 21 horas encerrados a solas. ?C¨®mo es posible creer que nadie va a poder rehabilitarse as¨ª? Es hip¨®crita lloriquear porque entran drogas en las c¨¢rceles. Entran drogas, igual que entran en la sociedad. Los presos deben tener acceso a jeringuillas y a preservativos.
P. Los inmigrantes, ?deben ser legalizados todos?
R. S¨ª. No es posible seguir con el racismo institucional. Cuando se expulsa a 105 personas es por su color de piel. Todos debemos asumir la cuota de responsabilidad por la miseria del mundo. No vale decir: unos son solicitantes de asilo pol¨ªtico, y otros inmigrantes econ¨®micos. Todos son v¨ªctimas de la miseria, que es un producto pol¨ªtico. Lo grave es que aqu¨ª hay una Ley de Extranjer¨ªa que vale a la par para que reprima la izquierda y la derecha.
P. ?Son tan insensibles los partidos, como parecen, a este tipo de problemas?
R. No son instrumentos de participaci¨®n, y por eso es dif¨ªcil hacerles llegar lo que ve la sociedad. Pero hay fen¨®menos, como la insumisi¨®n, que acaban haci¨¦ndoles permeables. La informaci¨®n pol¨ªtica no refleja la realidad social: la gente vive y discute sobre otros asuntos cotidianos, el cuidado de los viejos, el poder de los m¨¦dicos, el derecho innegable a la eutanasia. Pero el problema no est¨¢ s¨®lo en los partidos. Tambi¨¦n hay que plantearse por qu¨¦ muchos derechos humanos tienen ya carta de naturaleza p¨²blica, pero son conculcados en privado: un marido no alardea ya en la taberna de pegar a su mujer, pero la sigue pegando; la Iglesia obstaculiza la vida privada; y, si el Ej¨¦rcito no funciona con respeto a los derechos humanos, hay que afrontar el tema.
P. Los derechos humanos, ?son universales, o propios de la cultura occidental?
R. Son universales, pero hay que ser humildes y reconocer que nos falta informaci¨®n sobre otras culturas, y que necesitamos incrementar el respeto y no creer a ciegas que nuestra cultura es superior y que todos los musulmanes mutilan sexualmente a sus mujeres. Siempre hay que dudar, y buscar el encuentro.
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