Un Schubert insuperable

La integral de los 15 cuartetos de Schubert es una cita llena de inter¨¦s para los aficionados musicales. Rara vez se tocan todos, oscurecidos muchos de ellos por la fama de La muerte y la doncella, Rosamunda o el inquietante n¨²mero 15 en sol mayor. El a?o Schubert (en enero se cumplen 200 a?os del nacimiento del genial m¨²sico vien¨¦s) empieza, pues, con adelanto y pisando fuerte. Y no solamente por la oportunidad de este ciclo, sino por la categor¨ªa de los int¨¦rpretes. Tanto el Lindsays (diciembre), como el Borodin (enero) o el Melos (febrero) son tres cuartetos de campanillas.Abrieron el fuego los ingleses. Hay que decirlo sin rodeos: tal como tocaron en Madrid, en Schubert son insuperables. No es que tuvieran un d¨ªa superexcepcional. The Lindsays, uno de los grupos m¨¢s significativos de la m¨²sica de c¨¢mara, ha dado ya el salto a la ¨¦lite absoluta.

La profundidad de su pensamiento sobre Schubert se ve¨ªa reflejada por un fraseo de cristal. Pureza de l¨ªnea, afinaci¨®n impecable, compenetraci¨®n hasta en lo m¨¢s oculto, dominio del estilo, concentraci¨®n intensa. Lo superfluo no exist¨ªa: el grupo hizo un Schubert luminoso, vital y profundo, especialmente en el cuarteto n¨²mero 8 en sol menor (una joya), en el 9 y en el 12 (Quarttsatz), propina para un p¨²blico entregado. El importante ciclo de los cuartetos de Schubert no ha podido tener un comienzo m¨¢s feliz