Los h¨¦roes necesarios
"Afortunado el pa¨ªs que ya no necesita h¨¦roes", dijo m¨¢s o menos Brecht. Y desafortunado el que los necesit¨®, los tuvo y no sabe reconocerlos. En Par¨ªs se exalta a lo largo de todo el a?o el centenario de Malraux, un escritor cuya mejor obra fue la aventura de su vida. Y la mejor aventura, su participaci¨®n en la guerra civil espa?ola y luego en la Resistencia. Ahora el presidente Chirac mete a "un rojo en el Pante¨®n" (muy bien Haro Tecglen). En Madrid, en cambio, el jefe del Gobierno y el presidente del Congreso, valerosos combatientes por la democracia como todo el mundo sabe, se permiten menospreciar a los 400 hombres y mujeres supervivientes de los 40.000 que vinieron a Espa?a a morir para que alg¨²n d¨ªa hubiera libertades en nuestro pa¨ªs y a salvar el honor de la humanidad. En Espa?a los gobernantes adem¨¢s de reaccionarios son provincianos.(El Rey tampoco se dign¨® recibir a estos 400 ancianos que aceptando de la Monarqu¨ªa la nacionalidad espa?ola contribu¨ªan a una legitimidad no derivada del dudoso origen de su trono, aunque s¨ª de su actuaci¨®n posterior. Ahora ha fallado).
Hoy prolifera un "revisionismo hist¨®rico" que pretende establecer tres principios que no se discuten. La transici¨®n a la democracia fue obra de la ingenier¨ªa pol¨ªtica de unos, de la prudencia de otros y sobre todo del Rey, lo cual le convierte definitivamente en intocable. Aparentemente las decenas o centenares de miles de personas que lucharon contra la dictadura hicieron de p¨²blico de la obra antes de tiempo. El segundo principio precisamente es enfatizar una visi¨®n "neutral" y "objetiva" del franquismo. Su permanente actuaci¨®n criminal se convierte simplemente en un exceso de autoridad derivado de la guerra civil. La cual obviamente fue "responsabilidad de todos" y se confunde as¨ª, tercer principio, la reconciliaci¨®n en la democracia de las generaciones posteriores con la equiparaci¨®n entre militares golpistas y el Gobierno republicano legal y democr¨¢ticamente electo.
Los brigadistas, unos comunistas, otros no (esto adem¨¢s ahora importa poco y quiere decir menos, era una ¨¦poca que como dijo luego Sartre "el marxismo era el horizonte insuperable"), fueron un ejemplo de generosidad universalista y de hero¨ªsmo sin aspavientos. No est¨¢n en el "pante¨®n de los grandes hombres", no son famosos como Malraux. Son h¨¦roes tan numerosos como discretos. Como los luchadores antifranquistas. (Por cierto, cuando aparecen tantas memorias de pol¨ªticos que inventan un gran pasado para mejorar un provechoso presente es muy recomendable leer los excelentes libros de Gregorio L¨®pez Raimundo y de Manuel Azc¨¢rate, h¨¦roes no a pesar suyo, pero s¨ª a pesar de su deseo de ser personas normales).
La visita de los brigadistas plantea algo m¨¢s que una cuesti¨®n de reconocimiento hist¨®rico. ?Necesitamos hoy a los h¨¦roes de anta?o?
Andr¨¦ Fontaine recordaba en Le Monde una frase antigua y no esperable del poco religioso Malraux: "La tarea del pr¨®ximo siglo ( ... ) ser¨¢ la de recuperar a los dioses". Probablemente, comenta Fontaine, lo que quiso significar es que la humanidad tendr¨¢ un futuro sombr¨ªo si no aparecen en nuestro horizonte hombres y mujeres que yendo m¨¢s all¨¢ de s¨ª mismos y de sus intereses propios, nos puedan dar a todos razones para admirar, querer, esperar y actuar. Razones y pasiones, ejemplos que nos persuadan y nos emocionen.
Hoy, ante la urgencia hist¨®rica de "civilizar la mundializaci¨®n", ?no necesitamos acaso ejemplos generosos? ?Podemos acaso responder a los desaf¨ªos de un mundo injusto y salvaje del cual hoy somos todos responsables sin referentes heroicos?
Napole¨®n dec¨ªa que en la ¨¦poca moderna "la tragedia est¨¢ en la pol¨ªtica" (citado precisamente por Malraux en un ensayo sobre Laclos). Pero hoy la pol¨ªtica, en su dimensi¨®n tr¨¢gica, la que afronta los grandes retos de la humanidad, no parece residir en las instituciones estatales. M¨¢s bien la mayor¨ªa de gobernantes son de una mediocridad intelectual y de una debilidad pasional que aburren a las ovejas y favorecen la multiplicaci¨®n de violencias err¨¢ticas. Los h¨¦roes de nuestro tiempo, quiz¨¢s dispersos pero numerosos, no siempre visibles pero activos, son todos aquellos que se enfrentan a las injusticias, a las desigualdades, a la intolerancia, se produzcan donde se produzcan, est¨¦n donde est¨¦n. Los h¨¦roes necesarios son aquellos que desde su trinchera -pol¨ªtica, social o cultural, art¨ªstica o profesional, c¨ªvica o no gubernamental- levantan la cabeza para enfrentar el mal. Son "los que hacen propuestas ( ... ) las indispensables" (Brecht, nuevamente).
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