Strauss, 54 a?os despu¨¦s
Se estren¨® en Madrid Capricho, la ¨²ltima ¨®pera de Ricardo Strauss, presentada en M¨²nich el 28 de octubre de 1942. Con ella, el Teatro de la Zarzuela contin¨²a su ya larga historia oper¨ªstica y lo hace con aut¨¦ntica calidad. Se trata de la producci¨®n de la ¨®pera nacional escocesa en 1991, a?o en el que Capricho subi¨® tambi¨¦n a la escena del Liceo de Barcelona.Como es sabido, esta "conversaci¨®n musical" tiene como protagonista, una vez m¨¢s en la historia, a la misma ¨®pera en su disyuntiva sobre la primac¨ªa de la m¨²sica o de las palabras. El tema, tra¨ªdo y llevado por muy diversos autores, sirvi¨® a Antonio Salieri en 1785 para una pieza basada en libreto de Giovanni Battista Casti (1724 1803), colaborador tambi¨¦n de Pergolesi. La idea de utilizar el argumento de Casti se debe a Stefan Zweig, que se lo propone al compositor en 1934.
Capricho
Temporada de ¨®pera (INAEM). Capricho, de Krauss y Strauss Int¨¦rpretes: Pamela Coburn, Pittmann-Jennings, Marek Torzewski, Christian RudIk, Claire Powell, Ernst Gutstein, Waldemar Kineritt, Mar¨ªa Teresa Gonz¨¢lez, Antonio Comas y Luis Alvarez. Bailarines: E. P¨¦rez Atienza y J. A. Quiroga. Direcci¨®n musical: A. Ros Marb¨¢; direcci¨®n esc¨¦nica: J. Cox; escenarios y figurines: J. Notman; luces: A. Faura. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Teatro de la Zarzuela, 15 de diciembre.
Para Zweig, Prima la m¨²sica, poi le parole no era utilizable seg¨²n la breve redacci¨®n de Casti, pero pod¨ªa reforzarse sin que perdiera la intenci¨®n ni el estilo. El escritor y el m¨²sico se sent¨ªan cautivados por el tema, pero al fin la inviabilidad de la colaboraci¨®n con el jud¨ªo Zweig en la Alemania nazi desvi¨® el trabajo hacia Gregor, cuyas propuestas no satisfac¨ªan a Strauss, por lo que entre ¨¦l mismo y el director Clemens Krauss pusieron manos a la obra.
Magistral y deliciosa
El resultado es una ¨®pera de casi dos horas y media de duraci¨®n, sin soluci¨®n de continuidad, absolutamente magistral y deliciosa. En el Par¨ªs conmovido por la reforma gluckiana, a la que se hace referencia incluso con alguna cita de Ifigenia, la disputa entre los poderes de la m¨²sica y el verbo, a los que se suma el del director de escena, que reclama su protagonismo, se combinan con una an¨¦cdota amorosa: dos personajes, el m¨²sico y el literato, est¨¢n enamorados de una mujer que, a su vez, simboliza la ¨®pera.Estaba Strauss en el tramo final de su vida (el compositor muere en septiembre de 1949), no exento de problemas, y encuentra cierto sosiego en este juego musical de ra¨ªz barroca en el que la pasi¨®n, la lengua y la manera de cantarla tienen su parte y en el que la orquesta puede reducirse a un sexteto instrumental, como en el comienzo, o se puede, articular un octeto vocal que constituye un trabajo contrapunt¨ªstico de primer orden. Desde ¨¦l parece adivinarse lo que ser¨¢ la desolada Metamorfosis, para 23 cuerdas, confirmaci¨®n de aquellas palabras que se cantan en la ¨®pera: "El que gana, suele perder".
Toda la obra discurri¨® como la versi¨®n excelente de una p¨¢gina de c¨¢mara, gracias a la conjunci¨®n de todos los elementos, gobernada por ese gran m¨²sico que es Antoni Ros Marb¨¢. Sin grandes alharacas, todos los componentes del montaje se integran en una idea total, bella y en ocasiones emocionante. El p¨²blico sigui¨® la representaci¨®n con un inter¨¦s total y aplaudi¨® largamente al final de la estupenda representaci¨®n.
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