Doble rasero
DOS JUZGADOS de la Audiencia Nacional, de los que son titulares Javier G¨®mez de Lia?o y Baltasar Garz¨®n, han abierto diligencias Para determinar el origen de la filtraci¨®n a la prensa de los llamados papeles del Cesid. Nada que objetar a esta decisi¨®n, salvo que resulta tard¨ªa. Desde que en diciembre de 1994 se reabrieron los sumarios del caso GAL, las filtraciones han. sido recurrentes y casi siempre en la misma direcci¨®n.Con frecuencia, dichas filtraciones han sido utilizadas con fines pol¨ªticos o de otro tipo m¨¢s sinuoso, al coincidir su difusi¨®n, fecha a fecha, con el avance del proceso contra el ex presidente de Banesto Mario Conde. El secreto de las actuaciones ha servido, adem¨¢s, de patente de corso para los publicistas de las filtraciones, que ni siquiera ten¨ªan que demostrar la veracidad de sus noticias, bast¨¢ndoles remitirse a sumarios cuyo contenido desconoc¨ªa el resto de los mortales.
Lo sorprendente, por tanto, no es que se investiguen las filtraciones, sino cu¨¢ndo y por qu¨¦ se ha abierto tal investigaci¨®n: exactamente 24 horas despu¨¦s de que EL PA?S publicase ¨ªntegramente las exposiciones razonadas que tres jueces remitieron en mayo pasado al Gobierno pidiendo la desclasificaci¨®n de los llama dos papeles del Cesid, cuyo contenido transcrib¨ªan en su totalidad.
Pero de los 20 documentos conocidos como papeles del Cesid, los m¨¢s importantes hab¨ªan sido ya publicados y eran de dominio p¨²blico desde hac¨ªa meses. M¨¢s a¨²n, un d¨ªa antes de que EL PA?S los hiciese p¨²blicos, el diario El Mundo reiniciaba la edici¨®n por entregas de "los 20 documentos secretos que el Gobierno oculta a los jueces", sin que en ese intervalo de 24 horas hubiese iniciativa alguna de investigaci¨®n.
El valor de la publicaci¨®n en EL PA?S ha consistido en que, por vez primera, el lector puede juzgar por s¨ª mismo el contenido de los pol¨¦micos documentos que se ofrecen en su totalidad y sin mezclarlos con las valoraciones del diario, que van n¨ªtidamente separa das. No es m¨¢s que entonces cuando los jueces deciden investigar las filtraciones. Ni la m¨¢s m¨ªnima queja se hab¨ªa producido hasta ese momento, y sin embargo, los sumarios secretos provenientes de varios juzgados de la Audiencia Nacional eran agujereados sistem¨¢ticamente. Si el secreto del sumario tiene por objeto impedir que se entorpezcan las investigaciones, al conocerse su contenido por los supuestos implicados, no se entiende la pasividad de los ¨²ltimos meses ante la difusi¨®n reiterada de supuestas pruebas, secretas.
La hip¨®tesis de que El Mundo no consigui¨® los papeles desde los juzgados, sino directamente a trav¨¦s de la v¨ªa Perote-Conde-Santaella, es veros¨ªmil (por las permanentes relaciones del director de ese diario con ellos) y puede tranquilizar la conciencia de los jueces, pero no palia en absoluto sus posibles efectos pemiciosos sobre el desarrollo de la investigaci¨®n. Por otra parte, el secretario de Estado de Comunicaci¨®n, Rodr¨ªguez, atribuy¨® el pasado viernes al Ministerio de Defensa la filtraci¨®n de los papeles del Cesid, tras afirmar que "todo parece indicar que el documento ha salido una vez que ha entrado en el Ministerio de Defensa". Prefiere ignorar el portavoz que estos sumarios han estado en la mesa de no pocas instancias, incluida la propia Presidencia, varios servicios jur¨ªdicos, la Abogac¨ªa del Estado y los ponentes de la Sala Tercera del Supremo, como m¨ªnimo.
Por lo dem¨¢s, la investigaci¨®n abierta tras la publicaci¨®n por EL PA?S de los papeles del Cesid presenta caracter¨ªsticas bastante peculiares: de un lado, se filtran a la prensa datos sobre unas diligencias dirigidas precisamente a aclarar filtraciones; de otro, la direcci¨®n de la investigaci¨®n corresponde a los titulares de dos juzgados que, al menos a priori, no deber¨ªan excluirse como origen de las filtraciones, las anteriores y las m¨¢s recientes. Todo esto parece tener poco que ver con la apariencia de imparcialidad que, como a la mujer del C¨¦sar, es exigible a la justicia.
Que se investiguen los or¨ªgenes de las filtraciones, pero en todas las direcciones y sin excepci¨®n. Cada uno es libre de publicar lo que quiera y pueda, u?a vez comprobada su veracidad, pero no bajo el manto de la impunidad o de la tergiversaci¨®n; la luz y los taqu¨ªgrafos deben ser norma para todos.
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