Profundizar en la democracia
HACE TIEMPO ya que los discursos del Rey por Navidad dejaron de ser piezas meramente ret¨®ricas, de conceptos generales, y se adentraron por los caminos m¨¢s pr¨®ximos a los problemas que aquejan a este pa¨ªs como tal y a sus ciudadanos en particular. El de este a?o ha tenido dos ejes claramente diferenciados: el de la ampliaci¨®n de la democracia y el de los derechos sociales de los espa?oles. La necesidad de una profundizaci¨®n de la democracia, que lleve a un acercamiento permanente entre gobernantes y gobernados, no es una debilidad de nuestro pa¨ªs, sino que pertenece al envejecimiento de las libertades que sufren las naciones de nuestro entorno, con muchos m¨¢s a?os que Espa?a en el ejercicio de las mismas. Lo que en otros sitios podr¨ªa plantearse de forma angustiosa tiene en Espa?a una lectura positiva, que ha hecho el Rey: llevamos ya una generaci¨®n viviendo en democracia, con una econom¨ªa en progreso que aumenta nuestro bienestar; en una Espa?a habitable para todos y a punto de integrarse definitivamente entre los mejores pa¨ªses europeos, dentro de la UE; y que participa, en igualdad de condiciones, en la resoluci¨®n de los conflictos exteriores con enorme dignidad. Todo este recorrido lo hemos hecho en un periodo de tiempo muy inferior al habitual y, por tanto, "deber¨ªamos estar orgullosos y no reprocharnos de manera sistem¨¢tica nuestras insuficiencias".Para aumentar la solidez de nuestro proceso democr¨¢tico -consolidado este a?o con el libre ejercicio de la alternancia de poder a trav¨¦s de unas elecciones- el discurso del Monarca propone el reforzamiento del prestigio de las instituciones pol¨ªticas, entre las cuales destaca; con sentido de la oportunidad, una de las m¨¢s centrales: la administraci¨®n de la justicia. La justicia ha estado, durante 1996, en el centro de un debate no siempre ortodoxo; por ello, don Juan Carlos recuerda que la independencia y el buen funcionamiento del poder judicial son esenciales para nuestra democracia, porque en ellos "est¨¢ la garant¨ªa ¨²ltima de nuestros derechos y libertades". En definitiva, el Rey demanda que se aplique la Constituci¨®n. Ni m¨¢s ni menos.
La segunda parte de su discurso entra en materia de alta sensibilidad social: este modelo de democracia segrega algunas disfunciones que hay que corregir. Entre ellas, la sociedad dual, compuesta por los desempleados y los marginados del progreso, situaci¨®n tanto m¨¢s escandalosa por cuanto Espa?a, en su conjunto, se est¨¢ desarrollando. El Rey opina que esta realidad es inaceptable, y recuerda que la democracia espa?ola, adem¨¢s de representativa, es una democracia social. Y menciona dos sectores especialmente afectados, como son la juventud (con problemas de integraci¨®n en el mercado laboral, por el paro o el empleo inestable) y los ancianos, a los que hay que atender, se entiende que con jubilaciones dignas y generosas.
Pero el Rey no reivindica s¨®lo un Estado de bienestar que proteja a los d¨¦biles con medios econ¨®micos y sociales, sino, sobre todo, unos valores que no son precisamente los que est¨¢n imperando en nuestras sociedades, "que no son los mejores ni los m¨¢s s¨®lidos y fiables para la felicidad y el progreso humano". Para inculcar estos valores es necesario el desarrollo de la educaci¨®n, otro elemento b¨¢sico de esa sociedad de bienestar que est¨¢ en el centro de las palabras del Monarca.
Hay en el discurso de don Juan Carlos otro motivo, desgraciadamente recurrente en los 21 a?os en los que lleva dirigi¨¦ndose a los espa?oles: el terrorismo. El recuerdo a los actuales secuestrados, Ortega Lara y Cosme Delclaux, sustituye al que el pasado a?o tuvo para con Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya, entonces en poder de los asesinos. El Monarca potencia el aglutinamiento de la gran mayor¨ªa de la sociedad con sus representantes democr¨¢ticos para no ceder frente a la lacra terrorista. La solidaridad, la compasi¨®n de los m¨¢s, se confronta con el odio y la violencia de unos pocos, que pretenden ejercer el chantaje a esa democracia que el Rey propone profundizar para hacerla irreversible para siempre.
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