?Qu¨¦ pena!

Matilda responde a las caracter¨ªsticas (on¨ªricas y terribles) de la literatura "infantil" del brit¨¢nico Roald Dahl. Una ni?a muy sensible tiene la desgracia de nacer de un padre s¨®lo interesado en ganar dinero, ver la tele y comer y de una madre que comparte lo s objetivos vitales de su c¨®nyuge, a los que a?ade su compulsi¨®n por los cosm¨¦ticos: gustos no dudosos, sino atroces.A esta familia caricaturizadamente middle class se agrega. una mayor de Matilda, que comparte la fruici¨®n familiar por el consumo de las m¨¢s horrorosas pitanzas frente a la caja tonta. Y en un contexto as¨ª, a la buena de la ni?a s¨®lo le queda la posibilidad de so?ar, de buscar en los libros lo que en su casa es imposible encontrar. Los problemas de la ni?a se har¨¢n mayores cuando, contra sus mejores ilusiones, es recluida en un colegio espantoso, regido por una ex lanzadora de jabalina de aspecto hitleriano.

A partir de esta historia cargada de tintes cr¨ªticos, de Vito construye un discurso visual de esos que a quien esto firma se le ocurren justamente que est¨¢n en las ant¨ªpodas de lo que deber¨ªa ser un filme para ni?os. ?nfasis en la puesta en escena, una aut¨¦ntica marca de autor nefasta en nuestro hombre, con planos atrozmente destrozados por una c¨¢mara aquejada del mal de San Vito, y perd¨®nese el chiste f¨¢cil.

Y no s¨®lo eso. Personajes caricaturizados por obra y gracia de unas actuaciones m¨¢s propias de una mala comedia televisiva, y un gui¨®n que alterna situaciones de violencia gratuita con efectos especiales para dejar al respetable con la boca abierta, dan por resultado un filme hirsuto y desquiciado, un eructo visual que convierte en papilla de consumo f¨¢cil una historia encantadoramente elusiva, al tiempo que nos recuerdan que, fiel a su concepci¨®n (?) del cine, De Vito rueda una pel¨ªcula con ni?os igual que, por ejemplo, una comedia t¨¦trica, desgraciada firma autoral del mayor camello art¨ªstico que ha dado el cine contempor¨¢neo estadounidense.