Psic¨®tica
Sabina, traducido a ocho idiomas, ha tenido una cr¨ªtica satisfactoria, seg¨²n su autor, que, insiste, nunca se hab¨ªa sentido atra¨ªdo por el psicoan¨¢lisis ni la psiquiatr¨ªa. Pero la lectura de los diarios de Sabina, publicados por primera vez en 1986 en Alemania y posteriormente en Inglaterra e Italia, han creado "un v¨ªnculo entre esta mujer, cuya vida he novelado, y mi propia existencia".Karsten Alnaes est¨¢ convencido de que Sabina era una psic¨®tica. Tambi¨¦n cree que C. G. Jung, entonces una joven promesa del psicoan¨¢lisis, un hombre casado y con hijos, no dio la talla ante una mujer de personalidad tan poderosa como Sabina Spielrein. Logr¨® curarla, vulnerando uno de los principios sagrados del analista al convertirse en su amante: jam¨¢s debe aprovecharse de la ventaja que el terapeuta tiene sobre su paciente. Atra¨ªdo tambi¨¦n por la personalidad de Sabina, Freud quiso beneficiarse a su modo de la paciente del disc¨ªpulo ario en momentos en los que ¨¦l, jud¨ªo, gozaba de pocas simpat¨ªas. Depositaba su confianza en el joven Jung, de quien esperaba apoyos profesionales. "Freud necesitaba un pr¨ªncipe coronado, Jung, pero Sabina destruy¨® pr¨¢cticamente ese proyecto y ese mito. Jung pudo haber sido destruido profesionalmente por violar la norma ¨¦tica. Freud no lo hizo. Prefiri¨® salvarlo, en ventaja propia, y lo salv¨®".
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