La madre valiente
El hijo peque?o de Ana Mar¨ªa Mart¨ªnez no sab¨ªa lo mucho que le tem¨ªa su Ayuntamiento. A sus cinco a?os, el peque?o revoloteaba en las faldas de su madre y se extra?aba de verla llorar a la puerta de una piscina municipal. Salta que salta, ese ni?o de cinco a?os sudaba por darse un ba?o en aquel Madrid de finales de julio. Ana Mar¨ªa, con el cr¨ªo de la mano, se present¨® en el polideportivo de Villa Rosa (Canillas) y sac¨® del bolso una enorme honestidad en forma de certificado m¨¦dico. El documento afirmaba que tanto ella como su hijo estaban infectados por el virus del sida (VIH). Acto seguido, solicit¨® un carn¨¦ para entrar gratuitamente en las instalaciones. El Ayuntamiento mostr¨® sus dientes. No. Ni Ana Mar¨ªa ni su hijo ni portador alguno del sida pod¨ªan entrar en una piscina porque se corr¨ªa el "riesgo de contagiar" a otras personas.La madre, a la que ni siquiera dejaban entrar en la piscina para acompa?ar a sus otros dos hijos sanos, suplic¨® y exigi¨®, pero no parec¨ªa que nadie le fuera a hacer caso. Con la muerte rond¨¢ndole las. venas, Ana Mar¨ªa, de 38 a?os, ex toxic¨®mana y con una minusval¨ªa del 73%, viv¨ªa sin trabajo y con tres hijos en el modesto piso de su madre en Hortaleza.
Ana Mar¨ªa acudi¨® a la prensa y su voz se escuch¨®. Los mejores especialistas del sida en Espa?a tronaron por lo que consideraban una aberraci¨®n del Ayuntamiento de Madrid -el contagio del sida por v¨ªa acu¨¢tica es imposible- El Ministerio y la Consejer¨ªa de Sanidad, at¨®nitos, desautorizaron una prohibici¨®n que atentaba contra las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud.
La avalancha de protestas consigui¨® que el alcalde de Madrid firmase un decreto que modific¨® las ordenanzas municipales en las que se basaba la discriminaci¨®n. Ana Mar¨ªa y su hijo, as¨ª como cualquier otro portador o enfermo del sida, ya pod¨ªan darse un chapuz¨®n en las instalaciones p¨²blicas. Y ahora, esta mujer considera que su esfuerzo mereci¨® la pena. "Se consigui¨® acabar con una injusticia", afirma satisfecha. A su alrededor chispean sus tres cr¨ªos. El m¨¢s peque?o, el portador del VIH, sigue salta que salta. Quiere ser bombero y sue?a con un bal¨®n de f¨²tbol como regalo de Reyes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.