Granada

Granada, la que lleg¨® a ser una de las ciudades m¨¢s bellas y perfectas del mundo, est¨¢ agonizando. El tr¨¢fico no permite habitar la restaurada Carrera del Darro y machaca calles como Elvira, en la que hay ingeniosas pintadas contra ¨¦l paso por ella de veh¨ªculos. No es s¨®lo el Albayc¨ªn el sembrado de ruinas y solares: barrios maravillosos como el Realejo parece que no puedan recibir otra intervenci¨®n que el derribo de las antiguas casas para ser suplantadas, en el mejor de los casos, por burdas imitaciones.Granada deber¨ªa ser recuperada para las personas, salvando con mimo lo que la diab¨®lica especulaci¨®n -que en esta ciudad viene operando de antiguo con especial sa?a- ha dejado milagrosamente en pie. Dice Mu?oz Molina que es la ¨²nica ciudad que oculta sus r¨ªos y mata a sus poetas... ?podr¨ªamos, al menos, reparar el oprobio de que es v¨ªctima el Darro, que antes de su cubrici¨®n daba a las calles por las que discurr¨ªa el aire de los ambientes venecianos?

Por ¨²ltimo: la luctuosa Gran V¨ªa podr¨ªa servir de algo si, al menos, eliminasen generosamente el edificio que tapa la cabecera de la catedral. Y el que las construcciones m¨¢s espantosas de la ciudad pertenezcan a poderosos propietarios (Banco de Santander, BBV, Santa Luc¨ªa, el mismo Banco de Granada ... ) podr¨ªa hacernos concebir alguna esperanza para la reparaci¨®n del da?o infinito que hace que parezca imposible que, tras el paso de -los siglos XIX y XX por ella, Granada a¨²n sea hermosa.-