ONG: ?justicia o caridad?
La reciente crisis en la frontera de Zaire y Ruanda ha puesto a las organizaciones no gubernamentales (ONG) en el disparadero. El desbarajuste e incapacidad mostrados a la hora de organizar y racionalizar las ayudas a los miles de refugiados ocasionados como consecuencia de las hostilidades provocadas en aquella regi¨®n han hecho que, por primera vez y desde ¨¢mbitos muy diversos, haya comenzado a cuestionarse la actividad que realizan tales organizaciones.Esos reproches se han extendido al seno de las propias ONG, algunas de las cuales no han tenido empacho alguno en someterse a una severa autocr¨ªtica. Una autocr¨ªtica que, entre otros factores, atribuye el descalabro sufrido a causas tales como la tendencia al despilfarro, el vedetismo, la falta de profesionalizaci¨®n, el exceso de voluntarismo, etc¨¦tera, en el seno de muchas de ellas.
Dejando al margen sus aciertos o fracasos, aspecto al fin y al cabo coyuntural, me gustar¨ªa centrar este comentario en torno a las ONG en un aspecto que considero mucho m¨¢s fundamental y de mucho mayor alcance. Me estoy refiriendo al papel que juegan estas organizaciones en el actual orden pol¨ªtico, social y econ¨®mico mundial. Me voy a valer para ello de un largu¨ªsimo pero sugerente y, sin duda, pol¨¦mico art¨ªculo publicado recientemente por el profesor James Petras con el t¨ªtulo de 'El posmarxismo rampante. Una cr¨ªtica a los intelectuales y a las ONG' (Excelsior, M¨¦xico, 26 de noviembre de 1996).
El mismo profesor Petras analiza, desde una perspectiva marxista ortodoxa, algunas de las consecuencias que se est¨¢n derivando del vigente desarrollo del neoliberalismo y el consiguiente retroceso de la clase trabajadora, y critica con extraordinaria dureza las posiciones mantenidas por lo que ¨¦l denomina posmarxismo. Una cr¨ªtica que puede resumirse en la idea de que el posmarxismo no s¨®lo no est¨¢ sirviendo como alternativa v¨¢lida frente al neoliberalismo, sino que, incluso, se ha convertido en un complemento perfecto para legitimar los desmanes provocados por ¨¦ste.
El resultado de todo ello ha sido el desmantelamiento del Estado protector y el regreso de las formas de explotaci¨®n laboral del siglo XIX. A fin de evitar que la polarizaci¨®n producida por esta estrategia provocase un descontento a gran escala, los sectores m¨¢s perceptivos del neoliberalismo comenzaron, a partir de la d¨¦cada de los ochenta, a financiar y promover organizaciones de base con una ideolog¨ªa antiestatista para intervenir entre las clases potencialmente conflictivas y crear as¨ª un coj¨ªn social. Ese ser¨ªa, en opini¨®n de Petras, la causa de la expansi¨®n actual de las ONG.
Petras reconoce que, en sus primeros a?os -antes de la d¨¦cada de los setenta-, las ONG desplegaron una importante actividad proporcionando apoyo humanitario a las v¨ªctimas de las dictaduras militares y denunciando las violaciones de los derechos humanos. Sin embargo, tales organizaciones raras veces denunciaban a sus patrones estadounidenses y europeos que les financiaban y asesoraban, y tampoco realizaban un esfuerzo serio por relacionar las pol¨ªticas econ¨®micas neoliberales y las violaciones a los derechos humanos con el nuevo rumbo que tomaba el sistema imperialista.
Al crecer la oposici¨®n al neoliberalismo, los Gobiernos occidentales y el Banco Mundial han aumentado la financiaci¨®n de las ONG. En opini¨®n de Petras, existe una coincidencia de intereses, ya que formalmente las ONG critican al Estado desde una perspectiva izquierdista, defendiendo a la sociedad civil, mientras que el neoliberalismo lo hace en nombre de los mercados. En el fondo, las ONG son utilizadas por el neoliberalismo como elemento de contenci¨®n frente al peligro de posibles explosiones sociales.
Resulta as¨ª sintom¨¢tica la relaci¨®n directa existente entre el desarrollo de los movimientos sociales que desaf¨ªan al modelo neoliberal y el esfuerzo por subvertirlos mediante la creaci¨®n de formas alternas y de acci¨®n social por medio de las ONG. Estas interesan al neoliberalismo porque su actividad voluntaria privada mina el sentido p¨²blico, acaba con la idea de que el Gobierno tiene la obligaci¨®n de velar por sus ciudadanos y proporcionarles bienestar. De este modo, las ONG imponen en realidad una doble carga a los pobres: la de pagar impuestos para financiar al Estado neoliberal que sirve a los ricos y la autoexplotaci¨®n privada que se ocupe de sus propias necesidades. El resultado de todo ello es que las ONG movilizan a la gente para que se produzca en los m¨¢rgenes, no para luchar por controlar los medios b¨¢sicos de producci¨®n y riqueza; enfocan su actividad en la asistencia t¨¦cnica y financiera de proyectos, no en las condiciones estructurales de la vida cotidiana. Hablan de excluidos, de los sin poder, de la pobreza extrema, de la discriminaci¨®n, pero no pasan de los s¨ªntomas superficiales para abordar el sistema social que produce esas condiciones. En definitiva, las ONG crean un mundo pol¨ªtico donde la apariencia de solidaridad y acci¨®n social disimula una conformidad conservadora con la estructura del poder nacional e internacional. Dicho de otro modo, fomentan un nuevo tipo de colonialismo y dependencia cultural y econ¨®mica.
No puedo sino compartir, en buena medida, la cr¨ªtica de fondo planteada en su art¨ªculo. Coincido con el profesor Petras en la idea de que algunas ONG constituyen uno de tantos instrumentos de acci¨®n tras los que se esconde la larga mano de determinadas organizaciones o instituciones pol¨ªticas, religiosas, econ¨®micas, financieras, etc¨¦tera, tanto nacionales como internacionales. Siempre me ha parecido harto sospechosa la facilidad de determinadas ONG para obtener dinero a borbotones, incluso en ¨¦pocas de serias restricciones econ¨®micas como la actual, facilidad que, por otra parte, resulta directamente proporcional a la ausencia de control alguno de sus actividades y de sus gastos. Quiz¨¢ atribu¨ªa, ingenuamente, tal derroche financiero a la necesidad que siente todo ser humano de tranquilizar su propia conciencia. Veo que las razones son mucho m¨¢s profundas y, sobre todo, mucho m¨¢s prosaicas.
Ahora bien, dicho esto, considero que algunas de las afirmaciones de Petras no hacen justicia a la abnegada labor de tantas y tantas ONG y, sobre todo, de tantas personas que, impulsadas no s¨®lo por puros sentimientos humanos, sino tambi¨¦n por profundas convicciones pol¨ªticas, est¨¢n dando lo mejor de s¨ª mismas en condiciones realmente infrahumanas.
Por otra parte, creo que la justicia nunca llegar¨¢ a imperar de forma total ni en el mejor de los mundos y que, por tanto, siempre existir¨¢ la necesidad de acudir, de forma complementaria, a la caridad.
En el fondo, el auge de las ONG tiene mucho que ver con la pat¨¦tica desorientaci¨®n y la profunda crisis a la que se encuentra sometida, desde hace ya varios a?os, la izquierda y el conjunto de las fuerzas progresistas. El socialismo, y m¨¢s concretamente el socialismo cient¨ªfico, tuvo la virtud de descubrir que la desigualdad y la pobreza no eran un hecho natural consustancial a los seres y las sociedades humanas, sino que constitu¨ªan la consecuencia de unas determinadas estructuras sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas. Ello trajo como resultado la necesidad de fundamentar la lucha por la libertad y la igualdad de los seres humanos en base a criterios de estricta justicia y no de mera caridad.
Ciertos errores te¨®ricos, y sobre todo el rotundo fracaso de su aplicaci¨®n pr¨¢ctica, provocaron un abandono, quiz¨¢ demasiado apresurado, del socialismo y, m¨¢s concretamente, del marxismo. No cabe la menor duda de que tales doctrinas se hallaban necesitadas de una profunda y despiadada cr¨ªtica. Sin embargo, tal cr¨ªtica no ten¨ªa por qu¨¦ suponer, necesariamente, su rechazo global. Muchos, much¨ªsimos aspectos del marxismo en particular, y del socialismo en general, siguen manteniendo una extraordinaria vigencia. Uno de tales aspectos es, precisamente, la idea de que la lucha por la igualdad y la libertad no pertenece al ¨¢mbito de los sentimientos caritativos, y por tanto no debe estar guiada por la compasi¨®n, sino que constituye una exigencia de la raz¨®n y el derecho, y por tanto debe estar guiada por la justicia.
Por ello coincido con Petras en la necesidad de recordar a las ONG que su actividad se circunscribe al ¨¢mbito de la caridad, pero discrepo en la idea de que la caridad resulte, necesariamente, antag¨®nica de la justicia. El hecho de que algunas ONG contribuyan a consolidar las enormes injusticias ya existentes no constituye motivo suficiente para descalificar a todas ellas. Las ONG siguen siendo necesarias siempre que sean conscientes de que su actividad sirve simplemente para complementar o paliar, nunca para sustituir, el lugar de la justicia.
El problema es que, en el momento actual, estamos sobrados de organizaciones que practican la caridad y brillan por su ausencia aquellas que persiguen la justicia.
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