El r¨ªo que suena
LA POSICI?N expresada por el ministro de Hacienda holand¨¦s, Gerrit Zalm, contraria a una uni¨®n monetaria que en su primera ola incluya a Espa?a e Italia, constituye una crasa metedura de pata. Pero, pese al desmentido de ayer del primer ministro, Wini Kok, refleja una opini¨®n influyente, si bien minoritaria.La presidencia semestral del Consejo de la Uni¨®n Europea, que los Pa¨ªses Bajos ejercen desde el pasado d¨ªa 1, ha arrancado as¨ª con mal pie, con una pol¨¦mica inoportuna. Las ideas expresadas por Zalm no son de recibo, cuando Espa?a, como otros pa¨ªses, est¨¢ haciendo importantes sacrificios para llegar en la primavera de 1998 a la cita de Maastricht. Y no por "histeria", como pretende el holand¨¦s, sino por el firme convencimiento, m¨¢s all¨¢ del signo pol¨ªtico del Gobierno en Espa?a, de que entrar despu¨¦s resultar¨¢ m¨¢s penoso y que la econom¨ªa espa?ola sufrir¨ªa con tal retraso.
Los argumentos de Zalm, que va a presidir los consejos de Econom¨ªa y Finanzas (Ecofin), son adem¨¢s t¨¦cnicamente incorrectos. El Tratado de Maastricht no establece ninguna jerarqu¨ªa respecto a los cinco criterios a cumplir (inflaci¨®n, tipos de inter¨¦s, participaci¨®n en el actual mecanismo de cambios, d¨¦ficit p¨²blico y deuda p¨²blica). Zalm no puede elegir unos y olvidar otros, como el de que la deuda p¨²blica no exceda el 60% del PIB, criterio en el que Espa?a no va mal, pero que no cumplir¨¢ casi ning¨²n pa¨ªs, y desde luego no Alemania ni B¨¦lgica, ni probablemente la propia Holanda. Est¨¢ claro que al final tendr¨¢ que haber una decisi¨®n pol¨ªtica y que estamos ante nuevos episodios de un pulso pol¨ªtico.
La reacci¨®n del Gobierno espa?ol, como la de Kok, entra en el terreno de la sensatez, para reconfirmar como objetivo oficial la participaci¨®n del mayor n¨²mero posible de pa¨ªses en la tercera fase de la uni¨®n monetaria. Pero cuando el ruido suena, agua lleva. La posici¨®n del ministro de Hacienda holand¨¦s es representativa de un sector influyente, aunque no decisivo, que propugna una moneda ¨²nica limitada a unos pocos pa¨ªses centrales. En esta l¨ªnea se sit¨²an el Bundesbank alem¨¢n y una parte del mundo financiero holand¨¦s -que en julio pondr¨¢ a uno de los suyos, Wini Duisenberg, al frente del Instituto Monetario Europeo, precursor del futuro Banco Central Europeo-, que quisieran ver garantizado un euro fuerte como condici¨®n para abandonar sus monedas nacionales. Son los mismos sectores de los mismos pa¨ªses que defend¨ªan un pacto de estabilidad sumamente estricto para mantener bajo control las finanzas p¨²blicas de los pa¨ªses que participen en el euro.
El hecho de que en la reciente cumbre de Dubl¨ªn se haya adoptado una versi¨®n algo suavizada de este pacto puede haber abonado las ideas a favor de una moneda ¨²nica para pocos. Sus defensores temen que los males de econom¨ªas de tama?o importante, como la italiana o la espa?ola, contaminen a los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros y ortodoxos. Por su parte, Francia parece ahora preferir una uni¨®n monetaria amplia, con la presencia al menos de Espa?a para compensar sus carencias respecto al peso pesado Alemania en la uni¨®n monetaria y protegerse frente a devaluaciones espa?olas o italianas.
El incidente provocado por Zalm coincide con una nueva ola de cr¨ªticas desde Estados Unidos a este proyecto monetario. Y junto a la participaci¨®n del Sur en la moneda ¨²nica, tambi¨¦n se est¨¢ cuestionando la transferencia de recursos financieros -a trav¨¦s del Fondo de Cohesi¨®n y de los llamados Fondos Estructurales- de las regiones m¨¢s ricas a las menos agraciadas de la UE. El sistema actual expira en 1999, y cada Estado intenta situarse ante lo que ser¨¢ un arduo debate. La presidencia holandesa ha planificado una reuni¨®n informal del Ecofin. durante su semestre, al tiempo que esta cuesti¨®n est¨¢ impl¨ªcita en los debates que est¨¢n teniendo lugar en la conferencia para la reforma del Tratado de Maastricht. El aviso de Zalm debe ponernos en guardia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.