El ma¨ªz y la paja
"Donde no hay ma¨ªz, no hay paja", rezaba en castellano un proverbio vasco recogido por Azkue. Las condiciones en que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lleg¨® al Gobierno en la primavera de 1996 hac¨ªan realidad esa propuesta. A pesar de la bonanza econ¨®mica heredada, a favor de la coyuntura internacional y de la eficaz gesti¨®n de Solbes, la exigencia de cumplir con Maastricht convert¨ªa en dificultosa e innecesariamente impopular la pol¨ªtica econ¨®mica a desarrollar por el nuevo Gobierno. El ambiente pol¨ªtico estaba adem¨¢s sumamente enrarecido por, el caso Gal. En fin, el resultado electoral obligaba a acuerdos con los partidos nacionalistas, hasta ayer enemigos de? PP. Este partido se enfrentaba, pues, a una mara?a de problemas que disipaban de entrada toda esperanza de una gesti¨®n, sosegada en la que pudiera ir consolid¨¢ndose el equipo de gobierno. O el ma¨ªz o la paja, o el acierto o el fracaso. Y as¨ª ha sido. Con un balance desfavorable, al cerrarse 19961 seg¨²n reflejan comentarios y sondeos.Curiosamente, los mejores resultados se han registrado en el terreno de las. relaciones con los nacionalistas dem¨®cratas de Catalu?a y de Euskadi. La confontaci¨®n abierta entre PP, de un lado, y Ciu y PNV de otro, hac¨ªa temer lo peor. No ha sido as¨ª. La colaboraci¨®n de los partidos nacionalistas abre una perspectiva de fortalecimiento del sistema pol¨ªtico espa?ol, al lograrse la articulaci¨®n de todas las fuerzas de centro derecha, por encima de las cuestiones nacionales, y re conocerse de hecho la peculiar composici¨®n plurinacional del Estado. Otra cosa es que tal alianza haya funcionado siquiera medio bien, m¨¢s all¨¢ de garantizar la supervivencia del Gobierno de Aznar. La persistente tutela ejercida por Pujol, sin asumir las responsabilidades del poder, puede llevar a una grave crisis en cuanto los vientos dejen de soplar de forma favorable. Se generaliza adem¨¢s la impresi¨®n de que cada apoyo puntual lleva su precio, tanto en el caso catal¨¢n como el vasco, y eso suscita un razonable descontento. Queda en pie, en todo caso, una voluntad permanente de di¨¢logo -con el autoritarismo personal de Aznar como contrapunto-, que el Gobierno ha sabido trasladar a otros campos, como el pacto de pensiones alcanzado con los sindicatos.Pero en t¨¦rminos generales ha prevalecido la conjugaci¨®n de la filosof¨ªa neoliberal del Gobierno con un conservadurismo profundo, medular, del PP en la definici¨®n de las actuaciones. Todo ello servido con una inexplicable torpeza en la presentaci¨®n p¨²blica de las sucesivas medidas adoptadas, tanto en pol¨ªtica interior (de la econom¨ªa al GAL) como internacional (tensi¨®n con Cuba). Resulta dif¨ªcil ganarse tan a pulso la necesidad de un relevo como lo ha logrado Miguel ?ngel Rodr¨ªguez.
El resultado ha sido una soprendente transparencia que deja ver los supuestos de la pol¨ªtica de Aznar. En el plano econ¨®mico, la preferencia por un individualismo posesivo, con la privatizaci¨®n a ultranza, la proliferaci¨®n de tasas y la reducci¨®n al m¨ªnimo del servicio p¨²blico. A Maastricht se va exclusivamente por la congelaci¨®n de salarios, no mediante un impuesto especial progresivo como en Italia. En el sociopol¨ªtico, un saludable distanciamiento real de los posibles or¨ªgenes franquistas, pero no de las viejas formas de dominaci¨®n olig¨¢rquica y clientelar, con la tradicional tendencia a transigir con los h¨¢bitos de actuaci¨®n ilegal de las fuerzas del orden y de sus responsables m¨¢ximos, por muy contrarios que sean al funcionamiento del Estado de derecho (el tratamiento del tema de los "secretos oficiales" encajar¨ªa de lleno en este apartado). Pol¨ªtica cargada de valores premodernos, hondamente reaccionarios, que aflora una y otra vez, como sucediera con las declaraciones sobre el papel de la mujer de Rodr¨ªguez y de ?lvarez Cascos.
Por ¨²ltimo, en el ¨¢mbito internacional, tenemos seguidismo respecto de Estados Unidos y nulo sentido de la medida por parte del presidente, rasgo visible no s¨®lo en el caso de Cuba, sino en el incidente anterior con Prodi. La dimensi¨®n progresista de la pol¨ªtica exterior, hacia el respeto de los derechos humanos (vulnerados al parecer s¨®lo en Cuba), la solidaridad activa con Palestina frente a la sinraz¨®n permanente de Netanyahu, por no hablar de Timor, es inexistente. ?Cab¨ªa esperar otra cosa?
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