El hombre de los mensajes
El delegado de la Cruz Roja en Lima se ha convertido en un personaje central en la crisis de la embajada

Casi un mes despu¨¦s de la terrible noche, Michel Minnig a¨²n trata de apagar el fuego. "?Arretez lefeu, arretez lefeu! (?Alto el fuego, alto el fuego!)", gritaba sin resuello el representante del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja en Per¨² el anochecer del pasado 17 de diciembre, momentos en que, cuerpo a tierra, los 700 invitados de la recepci¨®n por el cumplea?os del embajador japon¨¦s Akihito encomendaban su alma temiendo perder la vida en aquella interminable media hora de r¨¢fagas de Kal¨¢shnikov del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y bombas lacrim¨®genas policiales. "?Arr¨¦ Id fuego, arr¨¦ le fuego! [sic]", ayudaba a gritos un japon¨¦s, corregido de inmediato por el p¨¢nico del coro hispanohablante que puso el fuego en su sitio: "?Alto el fuego, alto el fuego!".Con bandera blanca, y al igual que el d¨ªa del asalto a la residencia del embajador nip¨®n, el funcionario internacional se mantiene, paso al frente, para evitar que la ocupaci¨®n termine en matanza. Tratando de infundir confianza, en la misi¨®n de su vida, Minnig persevera como correo del Gobierno y de N¨¦stor Cerpa Cartolini. Este suizo afable, de 44 a?os, acude diariamente a la mansi¨®n diplom¨¢tica del barrio lime?o de San Isidro, repasa la situaci¨®n y deber¨¢ ser corredor de fondo para aguantar lo que se viene. Recibe y entrega mensajes, alienta a los 74 rehenes del comandante Evaristo, intercambia reflexiones con el jefe del comando, y es ya un personaje central en cualquier soluci¨®n negociada de la crisis. "Esta situaci¨®n es como un microcosmos. Una vez en el interior, no se distingue la realidad. Es m¨¢s, cuando se sale de la residencia del embajador, la situaci¨®n se hace irreal", declar¨®.
Minnig ha trabajado en Irak, Nicaragua, la ex Yugoslavia y varios pa¨ªses africanos. Azerbaiy¨¢n fue su ¨²ltimo destino. Lleg¨® a Per¨² hace seis meses. Nunca lo olvidar¨¢. Discreto, algo esquivo cuando el acoso de la prensa agobia, el funcionario, enfundado en un delantal con la cruz del organismo, guarda en secreto sus conversaciones con Cerpa Cartolini, las confidencias de los rehenes ca¨ªdos emocionalmente cuando liberan a otros o los ansiosos requerimientos de las familias m¨¢s angustiadas, aquellas sabedoras de la poca simpat¨ªa del comandante Evaristo por los ministros, diputados, magistrados ongresistas, jefes militares o policiales del Gobierno de Alberto Fujimori todav¨ªa cautivos.
El respetado suizo admite los amargos tragos. El peor ocurri¨® a fin de a?o: un pelot¨®n de 20 informadores gr¨¢ficos ignor¨® las indicaciones policiales y entr¨® a la residencia tomada. "Viv¨ª esos momentos con profunda preocupaci¨®n. Imaginen que el incidente se hubiera producido durante la noche. Un solo disparo hubiera conducido al drama". Un d¨ªa antes, cuando se observ¨® la presencia de polic¨ªas con c¨¢maras fotogr¨¢ficas mezclados entre los periodistas, la Cruz Roja Internacional decidi¨® desentenderse de la operaci¨®n de prensa acordada por el Gobierno y el MRTA: desfilar cerca de la residencia filmando a sus ocupantes en las ventanas o grabando las proclamas del comandante Evaristo, por meg¨¢fono, pero sin entrar.
La rutina es a¨²n peligrosa. Nervios, gritos, granadas, r¨¢fagas en el caser¨®n tomado y un cerco policial a la espera de ¨®rdenes. Cualquier resbal¨®n puede conducir a la tragedia. Minnig no desanima: despacha con el ministro de Educaci¨®n, Domingo Palermo, mediador oficial del Gobierno; con el arzobispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani, mediador de la Santa Sede y de Fujimori; con sus subordinados en la Cruz Roja, con la polic¨ªa y con los emerretistas de guardia. Mantener la lucidez en este cruce de est¨ªmulos no parece sencillo. Quien lo pretenda deber¨¢ resolver esta ecuaci¨®n: "Hay que conservar una actitud optimista para continuar hacia adelante. El equilibrio mental en una situaci¨®n como la que vivimos aqu¨ª se consigue con un optimismo razonable y un pesimismo realista". Minnig, de momento, parece haberlo conseguido.
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