Soy un j¨®ven que...
Soy un joven que intenta compatibilizar estudios y trabajo. Vivo desde hace ocho a?os de contratos de seis meses, temporadas en el paro, peque?os trabajos en negro y salidas espor¨¢dicas al extranjero. En esas salidas he visto otro modelo social que no concuerda en absoluto con el que nos venden aqu¨ª algunos pol¨ªticos, sobre todo en lo que hace referencia a la flexibilidad laboral. En ning¨²n otro pa¨ªs de la Uni¨®n Europea hay tan variadas formas de contrataci¨®n ni la psicosis de paro. Cuando este verano explicaba la situaci¨®n de la mayor¨ªa de los j¨®venes (y no tan j¨®venes) de este pa¨ªs a mis amigos alemanes, sinceramente, flipaban. Ellos tienen la seguridad de encontrar un trabajo en condiciones m¨ªnimas y en un ambiente laboral que ya quisi¨¦ramos aqu¨ª. Ellos pueden estudiar con un pr¨¦stamo especial del Estado que les permite vivir (dignamente y sin trabajar) y que les ser¨¢ descontado cuando acaben y trabajen; para ellos eso es la beca.En otras palabras, los j¨®venes pueden sentir que para la sociedad cuentan. Aqu¨ª no. A las ya pat¨¦ticas aportaciones a educaci¨®n y cultura se las ha recortado. A la precaria situaci¨®n de contratos de seis meses se ha sumado la de contratos de tres, uno, ?o por d¨ªas u horas! Al se?or Pujol y los pol¨ªticos como ¨¦l, los banqueros como lo fue ¨¦l, los empresarios a los que su partido y su pol¨ªtica apoyan y unos sindicatos, por decir algo, ineficaces, han forjado una juventud en gran parte desilusionada, dependiente de sus familias y, por qu¨¦ no decirlo, frustrada, a la que los llamados "cuerpos de seguridad del Estado" reprimen (cuando defienden derechos como el de la vivienda) con el ya demasiado familiar adjetivo de "contundencia". Los okupas son s¨®lo una muestra de la necesidad, del sentimiento y, por qu¨¦ no decirlo, de la rabia que muchos j¨®venes sentimos desde hace ya tiempo.-
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