Los otros rehenes de Lima
El barrio de San Isidro vive en estado de agitaci¨®n tras el asalto de la Embajada japonesa en Per¨²
Fuera de s¨ª, enloquecida por el insomnio, desatendiendo las convocatorias a la cordura de quienes adivinaron sus intenciones, una se?ora del barrio lime?o de San Isidro asest¨® varios palazos al ruidoso grupo electr¨®geno de una cadena de televisi¨®n japonesa que montaba guardia junto la residencia tomada por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). La pose¨ªda mujer insist¨ªa con la herramienta de labranza, y tard¨® en avenirse a razones, tal era su c¨®lera. Entre el arre bato y la resigna ci¨®n, el vecindario de la casa diplom¨¢tica cumple 32 d¨ªas de cautiverio, cercado por el MRTA, una corrosiva legi¨®n de periodistas, polic¨ªas con perrazos de presa, mirones, trifulcas entre, brujos y una devota de la Legi¨®n de Mar¨ªa, suripantas ocasionales y casi diarias concentra ciones de apoyo a los 73 rehenes del Comandante Evaristo. Para colmo, varias agencias de viaje han incoporado en sus circuitos tur¨ªsticos una visita a la calle donde se encuentra la embajada japonesa.La situaci¨®n es delicada. La noche del jeuves, poniendo a prueba la recuperaci¨®n de la insomne, una banda de mariachis irrump¨ªa en las inmediaciones de la residencia diplom¨¢tica y felicitaba con profusi¨®n de rancheras y trompeter¨ªo el cumplea?os del reh¨¦n Jorge San Rom¨¢n, viceministro de Energ¨ªa. "??nimo, Jorge! ?Estamos contigo!", daban la matraca los amigos.
Una madrugada patri¨®tica, con la venia de las autoridades, hinchas que festejaban el triunfo de la selecci¨®n nacional de' f¨²tbol contra Chile llegaron al lugar del asedio en camionetas, navegando en pisco algunos, y arremetieron contra el comando terrorista. "?Per¨², Per¨², Per¨²! ?Abajo el MRTA!", gritaban bien fuerte para ser o¨ªdos por los -sediciosos. Aquella murga dur¨® horas. La bronca de la feligresa y la asociaci¨®n de hechiceros,- aunque diurna, tambi¨¦n fue muy comentada, pues la cat¨®lica se lanz¨® valientemente al cuello de un hereje cuando ¨¦ste trat¨® de exorcizarla roci¨¢ndole la cabeza con p¨®cimas.
Otro d¨ªa llegaron miles de pobres al residencial barrio capitalino. "MRTA: las madres te repudian", coreaban las socias de los comit¨¦s del Vaso de Leche. La pesadumbre de Gisella Banioh, vecina de la calle Roma, es manifiesta: "Mi vida privada ha sido alterada, y el jard¨ªn destruido por el paso de polic¨ªas, bomberos y periodistas. Entiendo que los periodistas deban cubrir la noticia, pero nuestra privacidad ha sido totalmente invadida". El ¨²ltimo mi¨¦rcoles, varios vecinos reprochaban el asilvestrado comportamiento de algunos informadores gr¨¢ficos domiciliados desde hace semanas en una azotea. Como de ella no pueden -bajar porque la polic¨ªa les impedir¨ªa subir de nuevo, se les abastece de pel¨ªcula y bocadillos mediante un- sistema de poleas.
Los vecinos m¨¢s pr¨®ximos a l residencia nipona, donde las grandes cadenas de televisi¨®n japonesas y norteamericanas han establecido verdaderos estudios y alquilado plantas enteras, no pueden aparcar sus veh¨ªculos, sufren frecuentes pesadillas y hubo quienes, derrotados por esa molesta poblaci¨®n flotante, abandonaron el barrio. "Me voy, no soporto esto. Me siento como en la pel¨ªcula Atrapado sin salida-, admit¨ªa un emigrante. El vecindario de San Isidro acusa, as¨ª mismo, una disminuci¨®n en las visitas de parientes y amigos, que evitan la incomodidad de las identificacion¨¦s policiales y la marabunta No le importaron las dificultades a la hija del embajador de Bolivia, Jorge Gumucio, todav¨ªa secuestrado. Mar¨ªa Helena supo por una de las cartas de la Cruz Roja Internacional que su padre a?oraba la m¨²sica de Cochabamba. Manos a la obra, plant¨® un meg¨¢fono cerca de la Embajada y transmiti¨® a todo volumen varios temas de Los Kjarkas, entre ellos El toque de la saya y Viva Cochabamba. Agradecido, el diplom¨¢tico se asom¨® a la ventana de la prisi¨®n y salud¨® a SU hija, que lloraba.
Los vecinos cuentan y no paran: un chaval debi¨® dormir al raso porque no pudo convencer a un control que su casa lindaba con la del embajador Morihisa Aoki, y ha mortificado mucho, antes de la llegada del cami¨®n cisterna, la fetidez despedida por las letrinas port¨¢tiles instaladas en el recinto diplom¨¢tico. "Ojal¨¢ que todo acabe pronto y los rehenes vuelvan a sus casas", hac¨ªa votos Gisella. Lamentablemente, no parece pr¨®ximo el desenlace de una crisis, cuya soluci¨®n sagazmente apunt¨® hace diez d¨ªas Susana Higuchi, quien fuera esposa del presidente Alberto Fujimori. "Hubiera cortado la luz, el agua y toda comunicaci¨®n enseguida, mucho antes; lo mismo con el agua y la comida por dos d¨ªas". Su genialidad en la soluci¨®n final propuesta demuestra la irreparable p¨¦rdida sufrida por la clase pol¨ªtica peruana cuando una instancia legal impidi¨® en 1995 la candidatura electoral de esta peruana de temple. "Y luego, al tercer d¨ªa, hubiera mandado bidones con sedantes de larga proyecci¨®n, de ¨¦sos que duermen 12 horas. Enseguida hubieran salido todos".
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