Los secuestradores de Lima liberan a un general de la polic¨ªa por motivos de salud

En camilla y con suero, al filo de la medianoche del s¨¢bado (la madrugada de ayer en Espa?a), el general peruano Jorge Rivas, n¨²mero dos de la Polic¨ªa Nacional, abandon¨® la residencia del embajador japon¨¦s en Lima, tomada hace hoy 41 d¨ªas por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). Horas despu¨¦s entraron en la mansi¨®n el arzobispo de Ayacucho y un cardenal para apaciguar los ¨¢nimos y reconfortar a los 72 cautivos restantes.
La evacuaci¨®n del subjefe del Estado Mayor de la Polic¨ªa Nacional, coincidente con el largo estancamiento de las negociaciones, los zafarranchos de combate y las fricciones entre la Cruz Roja Internacional y el Gobierno, probablemente habr¨¢ disgustado al jefe del comando asaltante, N¨¦stor Cerpa Cartolini. Rivas pertenece al mando antiterrorista y trabaja con el general Ket¨ªn Vidal, a quien se atribuye el m¨¦rito de haber capturado a Abimael Guzm¨¢n, fundador de Sendero Luminoso. Hacia las 21.30, un ocupante de la sede diplom¨¢tica hab¨ªa pedido, a gritos, la entrada de un m¨¦dico.Mientras tanto, el aparatoso despliegue policial en el barrio de San Isidro y los rumores sobre problemas de salud serios entre los secuestrados sobresaltan a sus familias, permanentemente comunicadas entre ellas.
La esposa, hijos y amigos del retenido juez Carlos Ernesto Giusti organizaron una jarana criolla, con mariachis, globos y pancartas, para su 53? cumplea?os. "Todo lo dejo en manos de Dios y del Gobierno", manifest¨® luego Luisa Pareja, mujer del magistrado de la Corte Suprema.
Nadie duda, por otra parte, que el hostigamiento policial de estos d¨ªas, el avance de los boinas negras con el cuchillo entre los dientes, habr¨¢ sido aplaudido por los millones de peruanos que exigen mano dura con el terrorismo y pocas concesiones en la soluci¨®n de un problema cuyo final no se avizora a corto plazo y cuyas consecuencias econ¨®micas son de temer.
Tambi¨¦n entienden los perturbadores simulacros del barrio de San Isidro aquellos analistas convencidos de que forman parte de la inevitable estrategia del palo y la zanahoria en conflictos de estas caracter¨ªsticas. El redoble de tambores es tambi¨¦n para consumo interno, por su deliberada aparatosidad y puntual retransmisi¨®n en directo por todas las cadenas nacionales, que ignoran los movimientos de la residencia cuando perjudican el programa negociador del Gobierno.
Se muestra pesimista sobre el curso de los acontecimientos Diego Garc¨ªa Sayan, representante de la Comisi¨®n Andina de Juristas. "No s¨®lo es mala la violaci¨®n por parte de efectivos policiales de la zona restringida por la Cruz Roja Internacional en los accesos a la residencia, sino tambi¨¦n la prohibici¨®n de que ingrese en la c¨¢rcel, porque es una forma de poner en tela de juicio la objetividad y neutralidad de sus miembros", manifiesta.
M¨¢s tranquilos ayer los accesos a la residencia, no parece aventurado suponer que, en su ¨²ltima visita a la casa del embajador nip¨®n, el arzobispo de Ayachuco, Juan Cipriani, haya ofrecido nuevamente a. Cerpa Cartolini la zanahoria de la negociaci¨®n. El mediador del Vaticano, prelado de la confianza de Fujimori, se acompa?¨® del cardenal de Lima, Augusto Vargas, quien calific¨® su visita de estrictamente pastoral.
De momento, y al menos aparentemente, la negociaci¨®n no avanza, y no se constituye, por tanto, la comisi¨®n de garantes que deber¨¢ supervisar una soluci¨®n pac¨ªfica. El Gobierno rechaza abordar la liberaci¨®n de los 458 presos del MRTA, y Cerpa la exige como punto central. Fujimori anticipa un periodo de examen: "Las cosas est¨¢n bastante claras respecto a qu¨¦ es lo que se busca, bajo qu¨¦ condiciones, y probablemente requeriremos de un periodo en que no hablemos mucho y demos tiempo a todos a reflexionar".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.