El ¨²ltimo farol
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Las timbas en Madrid ocultan sus cartas a ojos indiscretos. Ubicadas en el laberinto de las calles de la zona centro, sobre todo alrededor de ¨®pera, son locales desdentados, en alg¨²n caso antiguos casinos, que mantienen una atm¨®sfera taimada, de puro y co?ac, por la que pululan jugadores, curiosos y al gunos prestamistas con el don de la oportunidad.Las partidas, incluido el p¨®quer, se libran en salas cerradas, a veces s¨®tanos, por las que el dinero corre lentamente. Los polic¨ªas que conocen estos garitos saben que los grandes jugadores prefieren gastarse los cuartos en las timbas de los elegantes chal¨¦s de la periferia. Un mundo dorado muy alejado de los locales de Centro, pero que no carece de ¨¦mulos en el Madrid oscuro.
Llaves de oro
?ste fue el caso de Jos¨¦ Luis Hidalgo, tah¨²r y prestamista asesinado en agosto de 1994. El hombre -anillo, reloj e incluso llaves de oro-, brillaba a su paso por los locales.Cargado de billetes, sin disimulo, ped¨ªa a los jugadores alg¨²n objeto de valor (alguna prenda) a cambio de sus pr¨¦stamos vertiginosos. Esa apariencia de relumbr¨®n incit¨® a una banda de narcos endeudada hasta las cejas a capturarle con el fin de apropiarse de su dinero. M¨¢s tarde, con tres pu?aladas en el cuerpo, le abandonaron en una cuneta de Lozoya del Valle. La investigaci¨®n descubri¨® que Hidalgo no ten¨ªa m¨¢s bienes que los que llevaba encima. Su brillo era de farol.
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