La Copa reivindica a la generacion X
El Joventut conquista la final tras remontar 17 puntos al C¨¢ceres
, Los hijos de Alfred Julbe, Sara y H¨¦ctor, vieron en directo c¨®mo su padre dejaba de ser el eterno subcampe¨®n, aunque el peque?o se qued¨® dormido en el acto final. Y el Joventut dej¨® de perder finales. Julbe tuvo mucho que ver en ello porque su zona maestra arrastr¨® al C¨¢ceres a una situaci¨®n cercana al encefalograma plano justo a partir del momento en el que se situ¨® en franquicia con hasta 17 tantos de ventaja. Fue la Copa un ¨¦xito de la generaci¨®n X del baloncesto espa?ol. Lo es Julbe, aclamado hace 11 a?os como el entrenador m¨¢s j¨®ven, y ahora un ilustre veterano de este oficio. Lo son hombres como Para¨ªso, Abad, Crespo y Murcia, jugadores todav¨ªa j¨®venes, buenos jugadores, que no pudieron suceder a Epi y Corbal¨¢n y cubren el hueco hasta que aparezcan las nuevas figuras. La generaci¨®n perdida gan¨® la Copa. Ellos y, por supuesto, Turner, el ganador del torneo de bases.Era una final sin pedigr¨ª, sobre la que el p¨²blico andaba ligeramente desorientado. La gente tiene tendencia a no considerar el juego de los modestos, una herencia de nuestra cultura futbol¨ªstica. M¨¢s de uno pensar¨¢ que lo que debe hacer el C¨¢ceres es defenderse con mucha voluntad y echarle garra al asunto, un estereotipo despreciable. Vamos, como si debieran jugar con boina. Olvidan que el C¨¢ceres, pese a su modestia (400 millones de presupuesto), se mueve confortablemente en la ACB y est¨¢ clasificado para cuartos de la Korac. Olvidan que tiene un juego interesante, r¨¢pido y entretenido. Olvidan que lleg¨® a disputar una semifinal de la Korac. Olvidan que puede sostenerse en una final con hasta cuatro espa?oles. Y si uno de ellos se llama Para¨ªso y suma 15 tantos en una actuaci¨®n soberbia durante la primera parte, habr¨¢ que concluir que el C¨¢ceres es algo m¨¢s que un equipo pobre. Con raz¨®n los cacere?os denominan al equipo la "bellota mec¨¢nica". Contra el estereotipo falso, algo de sentido del humor.
El C¨¢ceres entr¨® en la final como si el traje le viniera a la medida. Hizo su juego, sin precipitarse. Tom¨® delantera y no cay¨® en la tentaci¨®n de querer resolver el asunto en un par de empujones. Turner apareci¨® en escena amenazante, con ¨¢nimo de amedrentar al rival, haciendo suyos los nueve primeros tantos del Joventut. No hizo efecto y el C¨¢ceres fue haciendo su trabajo sin entrar en otras consideraciones. Su primer acto fue extraordinariamente pulcro: alcanz¨® el descanso con 13 tantos de ventaja (47-34), despu¨¦s de un porcentaje del 67% en tiros de campo. Desde luego, no le tembl¨® la mano.
Los problemas fueron para el Joventut, que no pod¨ªa permitirse el lujo de vivir bajo el amparo permanente de Turner. Sus defensas en zona consiguieron un ¨¦xito parcial y su problema con los rebotes le llev¨® a cierta desesperaci¨®n, no exenta de algunas airadas protestas a los ¨¢rbitros, como cuando Alfred Julbe decidi¨® romper " una silla (ahora que aboga por el baloncesto espect¨¢culo hay que agradecerle este hecho: fue divertido verle actuar). El Joventut estaba preocupado por Jackson y por Ansley. Pero apareci¨® en escena Para¨ªso. Era el momento de la generaci¨®n X. Para¨ªso tiene 25 a?os y ha Jugado en Barcelona, Le¨®n y C¨¢ceres. Como tantos otros, sabe lo que es hacer las maletas y cambiar de domicilio. No sucede a nadie, pero es un profesional Como Abad. Como Murcia hace una semana en el Taugr¨¦s, despu¨¦s de haber desfilado por muchos sitios. Como Crespo. Crespo, s¨ª, autor inesperado de tres triples consecutivos que devolvieron al Joventut al partido Fue suyo el partido: mediada la segunda parte, la mitad de los tantos del C¨¢ceres eran nacionales.
Porque, a¨²n sin pedigr¨ª, la final tuvo los ingredientes necesarios de un buen espect¨¢culo. Sobre todo, un inevitable viaje de ida y vuelta cuando Julbe insisti¨® en una zona terrible. Sus efectos fueron demoledores: el Joventut hizo un parcial de 45-24 que le supuso el ¨¦xito final. Fue, finalmente, un triunfo personal de Julbe, harto de ser subcampe¨®n; un hombre que tambi¨¦n ha vivido su calvario y ha deshecho las maletas m¨¢s de una vez. Supo provocar la impaciencia del C¨¢ceres, el miedo a perder cuando todo parec¨ªa resuelto. Hecho el trabajo, Turner se encarg¨® de rematar la faena. Otro hombre de vuelta, que entr¨® en Espa?a por Orense. Fue la Copa de la generaci¨®n X. As¨ª que Julbe, ya lo sabes, tu tenacidad ha val¨ªdo la pena: ya no eres descaradamente joven, pero ya tienes palmar¨¦s... aunque A¨ªto y Lolo todav¨ªa te queden lejos.
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