Del f¨²tbol televisado, los liberales y la desinformaci¨®n
Los espect¨¢culos deportivos, como los musicales, los teatrales, los art¨ªsticos, y en general los llamados servicios del ocio son en una econom¨ªa de mercado productos como cualesquiera otros, que se compran y se venden en un marco normativo establecido por las instancias competentes. Esta consideraci¨®n econ¨®mica corresponde a la mercantilizaci¨®n de todas las actividades humanas, propia del capitalismo, que el liberalismo radical de los a?os ochenta y noventa ha llevado a sus ¨²ltimas consecuencias. Las lecturas menos beligerantes de la opci¨®n capitalista -la socialcristiana y la socialdemocr¨¢tica- piensan, sin embargo, que los bienes culturales y los servicios del ocio, aunque sean productos de mercado, no son simples mercanc¨ªas que agotan su raz¨®n de ser en el hecho de ser compradas y vendidas sino que tienen dimensiones significativas y simb¨®licas que les confieren una funci¨®n social que va m¨¢s all¨¢ de la satisfacci¨®n individual de quienes las consumen. Sin olvidar que en una econom¨ªa no de mercado, sino con mercado, por la que milito casi en solitario, es perfectamente concebible un tratamiento distinto que puede llegar hasta la gratuidad de estos bienes y servicios.En los pa¨ªses europeos, el comercio de espect¨¢culos deportivos tiene un papel decisivo, tanto en la econom¨ªa medi¨¢tica como en la del deporte profesional, e incluso no profesional (sin la televisi¨®n las olimpiadas no ser¨ªan lo que son), y los derechos exclusivos son un instrumento esencial de esas econom¨ªas. El desarrollo telecomunicativo, y en especial la transmisi¨®n num¨¦rica, han multiplicado de tal modo las necesidades de la oferta televisiva que el precio de los espect¨¢culos deportivos a aumentado, en algunos casos, como los campeonatos mundiales del f¨²tbol en 2002 y 2006, hasta el 1.000%.La pr¨¢ctica comercial europea de los derechos exclusivos no responde, sin embargo, a los principios del liberalismo herm¨¦tico, que representar¨ªa en este peri¨®dico mi amigo el profesor Pedro Schwartz, sino que acepta determinadas restricciones en su uso. Estas restricciones se fundan no en el inter¨¦s general, como equivocadamente se pretende, sino en la relevancia social de la demanda mayoritaria relativa a ciertos acontecimientos deportivos, as¨ª como en el derecho del p¨²blico a la informaci¨®n. Estas restricciones tienen, sin embargo, que ser compatibles con los intereses de los productores de los espect¨¢culos -federaciones deportivas, clubes de f¨²tbol, etc¨¦tera- y con los de los detentadores de derechos exclusivos.
El establecimiento de estas restricciones es de la competencia ¨²nica de los Gobiernos que los regulan de acuerdo con sus respectivos objetivos econ¨®micos y con sus opciones pol¨ªticas. Por ello, el Reino Unido, coherente con el liberalismo thatcheriano que rechaza cualquier intervenci¨®n en el mercado audiovisual (por ejemplo la introducci¨®n de cuotas obligatorias de proyecci¨®n de filmes europeos), aunque sea para defender la industria cinematogr¨¢fica y la identidad europeas, reduce al m¨ªnimo (menos del 1%) las manifestaciones deportivas sustra¨ªdas al ejercicio de los derechos exclusivos y por ende televisables en directo. Otros pa¨ªses, como Alemania, Portugal y Dinamarca, en fuer del derecho del p¨²blico a la informaci¨®n, garantizan la teledifusi¨®n abierta de extractos de las grandes manifestaciones deportivas, pero excluyen la obligatoriedad de las cadenas con derechos exclusivos a presentar ¨ªntegramente estas manifestaciones, y a mayor abundamiento la transmisi¨®n de otros espect¨¢culos deportivos. En Francia y en Italia cuando se concede una licencia para el ejercicio en exclusiva de acontecimientos deportivos, se estipulan los que deber¨¢n exceptuarse y se asegura la exclusividad de todos los dem¨¢s. Y as¨ª en los otros pa¨ªses. Lo que no se ha pensado nunca en ning¨²n pa¨ªs es regular la totalidad de los acontecimientos deportivos, priv¨¢ndolos as¨ª de su condici¨®n de productos hoy esenciales en el mercada deportivo y medi¨¢tico. Pretender lo contrario es ignorancia y / o mala fe. En cualquier caso, desinformaci¨®n.
Por lo que toca a la Uni¨®n Europea se trata de un sector econ¨®mico regido por el principio de subsidiariedad y en el que, por tanto, s¨®lo puede intervenir en raz¨®n de los principios jur¨ªdicos que presiden el sistema comunitario. Por lo que se refiere al ejercicio de los derechos exclusivos de teledifusi¨®n de los grandes acontecimientos deportivos estos son: el derecho de propiedad, el derecho a la libre prestaci¨®n de servicios, el derecho de la competencia y el derecho a la informaci¨®n.
La legitimidad de la Uni¨®n Europea deriva de la voluntad de suprimir los obst¨¢culos que existan para la efectividad del mercado ¨²nico. Concretamente podr¨¢ intervenir cuando la heterogeneidad y discrepancia de las diversas regulaciones nacionales ponga . en peligro la libre circulaci¨®n de los productos y / o el leg¨ªtimo derecho de sus propietarios a comerciar con ellos. Se trata en este caso, como en el de todos los otros bienes y servicios a los que apunta la directiva Televisi¨®n sin fronteras, de evitar distorsiones del mercado, coordinando los diferentes marcos normativos nacionales para evitar la fragmentaci¨®n del mercado audiovisual europeo y dotarlo de la seguridad que requiere el tr¨¢fico comercial.Digamos una vez m¨¢s que la decisi¨®n, en esta materia como en todas las dem¨¢s, no compete, como err¨®neamente se dice una y otra vez en los medios espa?oles, a la Comisi¨®n Europea que s¨®lo tiene capacidad propositiva, sino conjuntamente al Parlamento Europeo y al Consejo de Ministros, responsables de la comunicaci¨®n. Precisamente, el pasado 12 de noviembre de 1996, el Parlamento Europeo, con ocasi¨®n del procedimiento de codecisi¨®n sobre la revisi¨®n de la directiva que acabo de citar, propuso una enmienda cuyo objetivo es que los telespectadores europeos puedan tener acceso a los grandes acontecimientos deportivos a trav¨¦s de las cadenas p¨²blicas y privadas no codificadas. El Consejo de Ministros, el 16 de diciembre de 1996, examin¨® esta enmienda, y hoy, el Colegio de Comisarios se manifestar¨¢ a este respecto.
La propuesta de la Comisi¨®n, que afecta no a la compraventa de los derechos exclusivos, sino a su ejercicio, persigue el triple objetivo de satisfacer el derecho del p¨²blico a la informaci¨®n, de responder a la demanda mayoritaria de acceso audiovisual a los grandes acontecimientos deportivos de relevancia social y de confortar la transparencia y la fiabilidad de las transacciones audiovisuales en el mercado europeo. A dicho fin propone la confecci¨®n de una lista que incluya los acontecimientos que cada Estado considere relevantes con car¨¢cter general, adem¨¢s de los que estime que lo son para su comunidad nacional, y cuya difusi¨®n directa deber¨¢ estar protegida en todos los Estados. Pero s¨®lo de ellos, reafirmando en cambio el pleno ejercicio de los derechos exclusivos, en todo el espacio audiovisual en favor de quien los posea.
Lo que acabo de decir, que es aburrido y profuso como todo lo normativo y reglamentario, no es dif¨ªcil y adem¨¢s es obvio. Ni los Estados europeos, que se complacen en las distintas variantes del capitalismo liberal y socioliberal, pod¨ªan ni pueden suprimir la condici¨®n mercantil de la transmisi¨®n televisiva de los espect¨¢culos deportivos, ni la Uni¨®n Europea pod¨ªa ni quer¨ªa entrar a saco en ese tema, en el que s¨®lo le cabe una voluntad subsidiaria y conciliadora. ?A qu¨¦ ven¨ªan pues todos los anuncios tremendistas de que se ha inundado a la opini¨®n p¨²blica espa?ola durante estos d¨ªas? Eso se llama desinformaci¨®n. Contra la que hay que estar siempre.
Jos¨¦ Vidal-Beneyto es secretario general de la Agencia Europea para la Cultura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.