Cascos, protector
EL INTERMINABLE caso Ca?ellas, un c¨²mulo de esc¨¢ndalos por corrupci¨®n en Baleares que incumbe al PP, no es la traducci¨®n de una crisis dom¨¦stica y aislada, sino m¨¢s bien la prueba de los efectos de una forma abusiva de ejercer el poder. El PP, con su secretario general, ?lvarez Cascos, al frente, acaba de demostrar el doble rasero con que aplica su discurso de regeneraci¨®n de la vida p¨²blica. La Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n quiere sentar en el banquillo de los acusados, por prevaricaci¨®n y cohecho, a Gabriel Ca?ellas, el pol¨ªtico del PP que m¨¢s tiempo ha gobernado; mientras, ?lvarez Cascos y su partido en bloque han extendido su manto protector sobre el ex presidente de Baleares y del PP regional para que siga controlando la pol¨ªtica insular.Sostiene ?lvarez Cascos que Ca?ellas ya dimiti¨® como presidente y con ello asumi¨® la responsabilidad pol¨ªtica que le exig¨ªa su partido; por ello, no debe abandonar el esca?o ni dejar de presidir el grupo de diputados, pese a la grave acusaci¨®n que el fiscal ha formulado contra ¨¦l en uno de los tres casos de presunta corrupci¨®n en los que ha sido imputado. Ca?ellas, autor de la teor¨ªa de que el pueblo otorga con su voto un salvoconducto de honradez a los pol¨ªticos, ha insistido ahora en que no puede dimitir, porque fue elegido cuando ya se sab¨ªan las acusaciones de corrupci¨®n.
Las penas solicitadas para Ca?ellas suponen una advertencia sobre la magnitud de las anomal¨ªas delictivas descubiertas: un a?o de c¨¢rcel, 18 de inhabilitaci¨®n, 100 millones de multa, la devoluci¨®n de los 50 millones cobrados en comisiones y una fianza de otros 200 millones. La acusaci¨®n describe la arquitectura de lo que es la corrupci¨®n institucional: ama?ar la adjudicaci¨®n de una obra p¨²blica de peaje -un t¨²nel- a un amigo y socio personal, eliminar a los competidores, cobrar por el favor y destinar fondos a financiar el partido y a sus intereses privados.
Ca?ellas, hombre fuerte del PP y ejemplo que Aznar us¨® reiteradamente desde la oposici¨®n para ejemplarizar c¨®mo gobernar¨ªan Espa?a, configura una anomal¨ªa censurable: mezcl¨® amigos, familia y negocios privados con los intereses p¨²blicos, hasta convertir a su comunidad en una especie de gran sociedad an¨®nima y clientelar. El PP nacional sab¨ªa que su l¨ªder balear hab¨ªa adjudicado obras oficiales a empresas a su nombre, subvencionado fincas de su esposa, modificado leyes proteccionistas del Parlamento para permitir en espacios naturales -Ses Salines de Ibiza y Formentera- urbanizaciones en las que su familia ten¨ªa intereses y despilfarrado 425 millones de fondos oficiales en una inversi¨®n que favorec¨ªa al alcalde de Palma, tambi¨¦n del PP.
Desde los despachos oficiales, Ca?ellas dibuj¨® su faz neocaciquil. Se ali¨® como empresario con los grandes constructores de las islas y cre¨® una fundaci¨®n privada que recauda grandes d¨¢divas entre financieros y contratistas de su Gobierno. Tambi¨¦n se permiti¨® afrentas al Poder Judicial. Pretendi¨® colocar a su hermano Jos¨¦ como juez del Tribunal Superior -el que va a juzgarle- y presidi¨® homenajes p¨²blicos a condenados por el Supremo a los que luego dio cargos y asesor¨ªas.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha ordenado la protecci¨®n de su hombre en la regi¨®n, pese a que el PP balear y Ca?ellas tienen a¨²n otro grave caso judicial pendiente por corrupci¨®n pol¨ªtica: haber dirigido y comprado el silencio de los delincuentes del caso Calvi¨¢, el intento de soborno de un concejal socialista para arrebatar al PSOE su alcald¨ªa m¨¢s importante en Baleares, Calvi¨¢. Este caso ya ha sido fallado en firme por el Supremo con la condena de dos militantes del PP.
La autoridad moral, la ¨¦tica democr¨¢tica, la simple coherencia del partido en el Gobierno est¨¢n aqu¨ª tambi¨¦n en cuesti¨®n de forma palmaria. Ca?ellas no es una sombra del pasado. Su larga mano y el conocimiento de la peque?a historia interna del partido parece que son temidos. La continuidad de su activismo es un castigo para los ciudadanos de Baleares, porque desv¨ªa la atenci¨®n de los graves problemas locales e impide la estabilidad institucional. Ya derroc¨® a su sucesor en la presidencia del Gobierno y design¨® a su sustituto, otra demostraci¨®n de una concepci¨®n del poder que estar¨ªa haciendo suya el partido que se la consiente.
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