Del 'anticipo reintegrable' a la 'plataforma digital'
"Toda esta historia de las reales ¨®rdenes en pro de una prensa contra otra es uno de los cap¨ªtulos m¨¢s sucios de la sucia historia de Espa?a que vamos viviendo". As¨ª expresaba don Jos¨¦ Ortega y Gasset su indignaci¨®n ante una de las m¨¢s escandalosas disposiciones legales adoptadas por el presidente Eduardo Dato en materia de prensa: la real orden del 14 de junio de 1920, completada con otra del 29 de julio, que fijaba el precio m¨ªnimo de los peri¨®dicos en diez c¨¦ntimos -el doble del habitual hasta entonces- o a un precio todav¨ªa mayor si la superficie del peri¨®dico superaba los 13.000 cent¨ªmetros cuadrados. Tal era el caso del diario liberal El Sol, contra el que manifiestamente iba dirigida la medida gubernamental. La real orden prohib¨ªa adem¨¢s a los peri¨®dicos establecer tarifas de suscripci¨®n o de venta combinadas con otros peri¨®dicos o revistas, seg¨²n ven¨ªa haciendo -qu¨¦ casualidad- el diario El Sol.Fundado en 1917 por el empresario Nicol¨¢s Mar¨ªa Urgoiti e inspirado por el propio Ortega y Gasset, este peri¨®dico madrile?o hab¨ªa cometido el imperdonable delito de oponerse a la pol¨ªtica del Gobierno conservador, de Dato y, lo que era casi m¨¢s grave, de cosechar un notable ¨¦xito en sus tres primeros a?os de existencia gracias a un impecable trabajo profesional y a una estructura empresarial moderna e independiente. "?Cre¨ªa usted", le pregunta Ortega al director del peri¨®dico en una c¨¦lebre carta abierta, "que todo esto puede en Celtiberia hacerse impunemente? Ya est¨¢ usted viendo que no". La real orden obligaba al peri¨®dico a venderse m¨¢s caro o a reducir el n¨²mero de p¨¢ginas; en una palabra, a homologarse con los rotativos de la competencia. La ventaja que el peri¨®dico hab¨ªa sacado a sus rivales quedaba de esta forma anulada por real orden, pero el peri¨®dico de Urgoiti y Ortega se mostr¨® desde el primer momento dispuesto a dar la batalla por su supervivencia: "La caciquer¨ªa period¨ªstica de la vieja prensa", dec¨ªa El Sol el 29 de julio, "creer¨¢ hoy haber logrado el triunfo. Sea el tiempo testigo. Nosotros s¨®lo queremos decir al p¨²blico espa?ol que el poder p¨²blico, confabulado con varios peri¨®dicos, se lanza a una persecuci¨®n contra El Sol y que hemos de defendernos por todos los medios". Su rebeli¨®n contra el Gobierno, secundada por La Vanguardia, de Barcelona, le cost¨® varios d¨ªas de suspensi¨®n, al cabo de los cuales el peri¨®dico tuvo que salir con ocho p¨¢ginas en vez de las doce o diecis¨¦is habituales.
Las reales ¨®rdenes contra El Sol de junio y julio de 1920 eran en realidad un episodio m¨¢s en la pol¨ªtica intervencionista que marc¨® la trayector¨ªa a de Eduardo Dato en ¨¦sta y otras materias. Pieza maestra de esa forma de gobernar hab¨ªa sido el decreto del "anticipo reintegrable" de 1916, en virtud del cual el Estado se prestaba a cubrir temporalmente el sobrecoste que el alza en el precio del papel estaba ocasionando a las empresas period¨ªsticas. El "anticipo reintegrable", convertido en ley un a?o despu¨¦s, fue rechazado por la prensa m¨¢s progresista e independiente, que advirti¨® del peligro de que tales ayudas sirvieran de coartada para limitar la libertad de los medios que se acogieran a ellas, adem¨¢s de denunciar su car¨¢cter discriminatorio -pronto se vio a qu¨¦ peri¨®dicos beneficiaban- y el sacrificio econ¨®mico que impon¨ªan a la Hacienda p¨²blica. La oposici¨®n pol¨ªtica y period¨ªstica no dej¨® de se?alar igualmente que, bajo aquel extra?o y redundante eufemismo, el Gobierno estaba concediendo una subvenci¨®n a fondo perdido, sin garant¨ªa alguna para el Estado, a ciertas publicaciones amigas m¨¢s o menos en apuros. El diario Abc, sin ir m¨¢s lejos, deb¨ªa 15 a?os despu¨¦s cerca de 11 millones de pesetas del famoso anticipo. En 1975 arrastraba todav¨ªa m¨¢s de 9,5 millones de pesetas de deuda por aquel concepto.
El anticipo reintegrable, como la regulaci¨®n del precio y del formato de los peri¨®dicos en 1920, era la expresi¨®n de una peculiar forma de entender la econom¨ªa de mercado, una especie de darwinismo econ¨®mico a la inversa que llev¨® a algunos Gobiernos de la restauraci¨®n a proteger al m¨¢s torpe en detrimento de los m¨¢s aptos, y a desactivar, para ello, los peligros que la libre competencia acarreaba a sus compa?eros de viaje. Todo ello se justific¨® en nombre del inter¨¦s general y de la libertad de mercado, en cuya defensa acud¨ªa un Gobierno decidido a poner coto al supuesto monopolio que, seg¨²n cierta prensa, ejerc¨ªa en el sector papelero don Nicol¨¢s Mar¨ªa Urgoiti. Para Ortega, sin embargo, la pol¨ªtica de Dato respond¨ªa a un viejo tic del poder patrio, y es que "cuando alguien hace algo un poco mejor que es uso, la Espa?a oficial se revuelve airada contra ¨¦l y se dispone a aniquilarlo". Esa perversi¨®n consist¨ªa, seg¨²n. Ortega, en odiar todo valor superior, donde quiera que aparezca, y favorecer contra ¨¦l cualquier valor negativo o inferior. Un ejemplo de esto da Abc cuando encarece las reales ¨®rdenes que nos ocupan, diciendo paladinamente que facilitan la vida a los peri¨®dicos poseedores de m¨¢quinas insuficientes. Conviene, para la orientaci¨®n de futuros historiadores, subrayar el hecho de que en Espa?a, hacia 1920, tener una m¨¢quina de imprimir buena era considerado como un vicio intolerable que el Estado deb¨ªa inmediatamente castigar".
No estaba claro, en todo caso, si la ocurrencia de la real orden de junio de 1920 se deb¨ªa imputar al propio presidente del Gobierno o si se gest¨® unos meses antes, como sugiere Ortega, en los "concili¨¢bulos de unos cuantos directores de peri¨®dicos madrile?os". Quienquiera que fuera el padre de la criatura, prosigue el fil¨®sofo madrile?o en un art¨ªculo publicado el 7 de agosto, lo importante era que la real orden sellaba un doble e indisoluble pacto de solidaridad: la solidaridad de los ineptos" y "la solidaridad de los envidiosos". En cuanto al indigno papel representado por el Gobierno en este asunto, "celestineando con los instintos depredatorios y las envidias de algunos peri¨®dicos madrile?os", el presidente Dato parec¨ªa darlo por bueno si con ello consegu¨ªa crear a su alrededor un clima de benevolencia medi¨¢tica que hiciera m¨¢s llevadera la pesada carga del poder.
A finales de diciembre del a?o pasado, cierto sector de la prensa madrile?a fue presa de un profundo des¨¢nimo. Pero la historia proporciona a veces soluciones inesperadas, y alguien, recordando a Dato y sus reales ¨®rdenes liberalizadoras, debi¨® tal vez de pensar: "Pero, hombre, ?c¨®mo no se nos hab¨ªa ocurrido antes?". Dicho y hecho. Tampoco aqu¨ª importa mucho saber qui¨¦n tuvo la feliz idea. El 1 de febrero de 1997, el Bolet¨ªn Oficial del Estado publicaba un decreto-ley de manifiesta inspiraci¨®n datista, y al que es aplicable punto por punto lo que, a prop¨®sito de las reales ¨®rdenes de Dato, escribi¨® en su d¨ªa don Jos¨¦ Ortega y Gasset. Por cierto, el director del diario El Sol que tuvo que padecer la inquina de Eduardo Dato contra el peri¨®dico se llamaba Manuel Aznar Zubigaray. ?Le suena ese nombre, se?or Aznar?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Gesti¨®n empresarial
- Decretos
- Opini¨®n
- Televisi¨®n privada
- Consejo administraci¨®n
- Reales Decretos Leyes
- Actividad legislativa
- Prensa
- Grupo Prisa
- Televisi¨®n
- Parlamento
- Normativa jur¨ªdica
- Grupo comunicaci¨®n
- Empresas
- Telecomunicaciones
- Pol¨ªtica
- Medios comunicaci¨®n
- Econom¨ªa
- Legislaci¨®n
- Comunicaciones
- Comunicaci¨®n
- Justicia