Lejos de C¨¢novas
Cuando el actual presidente de la Xunta de Galicia era vicepresidente y ministro de la Gobernaci¨®n del primer Gobierno de la Monarqu¨ªa restaurada, so?¨® que el destino le hab¨ªa llamado a crear un gran partido conservador disponiendo las cosas de tal manera que un gran partido liberal saltara tambi¨¦n al terreno de juego. Dispuesto a materializar su enso?aci¨®n canovista, Fraga busc¨® afanosamente a su particular Sagasta entre los que se llamaban socialistas o socialdem¨®cratas y recibi¨® a Tierno, a Garc¨ªa L¨®pez y hasta a unos viejos prietistas residentes en M¨¦xico, Salazar y Salcedo de nombre. Finalmente, y dada la escasa entidad pol¨ªtica de esos personajes, mantuvo una acalorada entrevista con un joven Felipe Gonz¨¢lez, a quien prometi¨® un futuro radiante: no ten¨ªa m¨¢s que esperar unos diez a?os y el Gobierno ser¨ªa suyo.Repetir, un siglo despu¨¦s, el experimento de C¨¢novas estaba, desde luego, fuera de lugar. Fraga no tuvo en cuenta que un pacto entre ¨¦lites pol¨ªticas al estilo de la primera restauraci¨®n mon¨¢rquica s¨®lo pod¨ªa funcionar sobre la base de una sociedad desmovilizada, sin opini¨®n p¨²blica. En esas condiciones, la alternancia pac¨ªfica de dos partidos en el ejercicio del poder era la ¨²nica garant¨ªa de estabilidad del sistema pol¨ªtico, carente del sustento vital,que s¨®lo pod¨ªa recibir de una opini¨®n informada y movilizada. Pero la enso?aci¨®n canovista de Fraga ten¨ªa al menos un aspecto digno de atenci¨®n: un sistema parlamentario no funciona si no hay un partido de oposici¨®n con id¨¦nticas posibilidades de alcanzar el Gobierno que el partido que temporalmente lo ostenta.
Los herederos por l¨ªnea directa de C¨¢novas y de Fraga no comparten esta saludable doctrina y aplican a la oposici¨®n la misma receta que el segundo de ellos propugn¨® en alguna ocasi¨®n para los terroristas: la mejor oposici¨®n es la oposici¨®n muerta. Que Felipe Gonz¨¢lez haya salido vivo y coleando de las ¨²ltimas elecciones generales resulta insoportable a ese n¨²cleo gobernante que se ha constituido en una especie de gabinete para la producci¨®n de crisis y que aparece integrado por el mismo presidente del Gobierno, su vicepresidente pol¨ªtico y su portavoz medi¨¢tico. Empe?ados en no rebajar ni un mil¨ªmetro la tensi¨®n, este tr¨ªo de pol¨ªticos permanentemente airados vive obsesionado por alejarse cuanto antes de cualquier tentaci¨®n canovista y machacar sin p¨¦rdida de tiempo a la oposici¨®n.Y, puesto que los socialistas se han revelado electoralmente fuertes entre las clases que la derecha llama humildes, no hay m¨¢s que mostrarlos como vendidos a las clases m¨¢s poderosas para acabar con ellos. La estrategia que da sentido a las sucesivas batallas desencadenadas desde este gabinete de crisis incesante consiste en erosionar el suelo electoral del PSOE present¨¢ndolo en alianza con el gran capital y los monopolios. Es la vieja y gastada f¨®rmula del populismo de derechas, que combina su sonrisa benefactora, con Arenas de gran cacique del PER, y su mueca agresiva, con Cascos en el papel de un salteador de caminos que no se concede descanso hasta quitar el f¨²tbol a los ricos para repartirlo entre los pobres. Para que en ning¨²n hogar falte el PER ni languidezca sin f¨²tbol ning¨²n televisor, el gabinete de crisis est¨¢ dispuesto a lo que sea.
?Es una estrategia disparatada? Est¨¢ por ver. Las f¨®rmulas populistas no siempre est¨¢n condenadas al fracaso, pero a condici¨®n de cumplir dos requisitos: contar con un l¨ªder dotado del encanto seductor de la palabra y satisfacer las justas demandas de los humildes sin perder la benevolencia de los poderosos. Con un l¨ªder mudo -o que s¨®lo queda bien cuando no habla- y con soliviantados presidentes de clubes de f¨²tbol, no hay populismo que aguante. Lo mejor, en esas circunstancias, ser¨ªa recuperar el genio de C¨¢novas y, sin sembrar para la oposici¨®n de rosas el camino, guardarse de la tentaci¨®n de arrojarla por el precipicio, no vaya a ser que, del impulso, demos todos con la crisma en el fondo del abismo.
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