En memoria de Rafael Mart¨ªnez Emperador
Su poder estaba en la palabra escrita. Durante muchos a?os, Rafael Mart¨ªnez Emperador nos dio un ejemplo vivo de aplicaci¨®n de la justicia laboral, como magistrado, primero, del Tribunal Central de Trabajo y, luego, de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo. Junto con otros magistrados, algunos de los cuales, como Juan Antonio Linares y Tom¨¢s Pereda, que ya tambi¨¦n est¨¢n ausentes de entre nosotros fue uno de los grandes art¨ªfices del derecho del trabajo vivo aplicando las leyes con un sentido de justicia del caso concreto y elev¨¢ndolo, a la vez, a la categor¨ªa de lo que deben ser las relaciones laborales en un sistema democr¨¢tico.Por encima de todo, Rafael fue un hombre insobornable a cualquier tipo de presi¨®n, honrado con sus ideas, fiel a sus amigos y una gran persona. Al matarlo, nos han matado la ilusi¨®n de seguir d¨ªa a d¨ªa con un amigo y compa?ero, siempre servicial, siempre atento a los dem¨¢s y cumplidor de su deber hasta el t¨¦rmino m¨¢ximo.
Hace ya muchos a?os que, como director general de la Seguridad Social, luchaba por llevar al Bolet¨ªn Oficial del Estado normas que cre¨ªa justas y que as¨ª lo eran, colaborando al montaje de ese sistema de bienestar social que hoy tenemos en nuestro acervo legislativo. Luego, como juez, llev¨® al papel escrito muchas sentencias que han marcado un hito en la historia laboral espa?ola. De modo silencioso pero eficaz, colabor¨® en la reforma laboral de 1980, en la de 1984 y en la de 1994, y s¨®lo hace unos d¨ªas me mandaba unas notas -siempre con el mismo entusiasmo por ayudar a que nuestro pa¨ªs funcione en un clima concorde de relaciones laborales- para lo que puede ser la reforma laboral de 1997.
Fue destacado publicista doctrinal, gran padre de familia, buen esposo y buen amigo. Descanse en paz.
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