Voces contra las ciencias
, La posmodernidad ha llegado a la ciencia, al menos en la visi¨®n que de ella tiene los fil¨®sofos cuya actividad se centra en el an¨¢lisis de los modos y objetivos del conocimiento cient¨ªfico. En el II Congreso de la Sociedad de L¨®gica, Metodolog¨ªa y Filosof¨ªa de la Ciencia en Espa?a, celebrado la pasada semana en Barcelona, con presencia predominante de gente del campo de la filosof¨ªa sobre los cient¨ªficos, las andanadas contra la pretensi¨®n de neutralidad por parte de la ciencia fueron constantes. La actividad del cient¨ªfico, se dijo por activa y por pasiva, est¨¢ contaminada de creencias irracionales, intereses, prejuicios. Y, por si esto fuera poco, los cient¨ªficos parten del mayor de los errores: el supuesto de que la objetividad es posible.La mayor¨ªa de los asistentes se abstuvo de cruzar el l¨ªmite del escepticismo, pero merode¨® a su entorno. As¨ª, Marta I. Gonz¨¢lez y Jos¨¦ A. L¨®pez terminaron su ponencia afirmando que su estudio (La investigaci¨®n psicol¨®gica sobre diferencias sexuales) no buscaba tanto "la confirmaci¨®n para alg¨²n modelo general del cambio cient¨ªfico" como ilustrar "el funcionamiento de ciertas estrategias metodol¨®gicas" en la pr¨¢ctica cient¨ªfica. Entonces, pregunt¨® Anna Estany, copresidenta del congreso, ?qu¨¦ sentido tiene este tipo de estudios? ?Es posible un conocimiento que rechaza globalizar? ?Qu¨¦ tipo de conocimiento ser¨ªa ¨¦se? ?Cu¨¢l su utilidad?
Poco antes, Isabel Orellana hab¨ªa defendido el hundimiento del "ideal enciclop¨¦dico ilustrado". Nadie puede ser ya conocedor de todos los ¨¢mbitos. En el mundo hay "50.000 revistas cient¨ªficas", en las que han aparecido "m¨¢s de 20 millones de art¨ªculos, con un aumento aproximado de medio mill¨®n anual". Conclusi¨®n: la universalidad del conocimiento es imposible. Y por esta presunta imposibilidad se cuela la filosof¨ªa como "elemento que potencia un marco unificador" de los saberes aportados por las ciencias, s¨®lo que con una notable modestia porque uno de los principios que asumir es el reconocimiento de los l¨ªmites humanos, as¨ª como "una esc¨¦ptica desconfianza en los propios logros". Dicho en otras palabras: "Nuestro deseo de conocimiento supera nuestras posibilidades vitales", ante lo cual lo mejor es la renuncia a la totalidad.
Y una segunda renuncia se impone: el abandono del proyecto de una ciencia unificada. El viejo ideal de principios de siglo carece de sentido, se dijo y se repiti¨® en varias de las mesas del congreso. Los tiempos en los que la F¨ªsica se erig¨ªa en ciencia modelo para otros tipos de saber han pasado a la historia. La unificaci¨®n es inviable, y si no se dijo que ha quedado demostrado es por la simple raz¨®n de que los m¨¢s de 300 asistentes al congreso saben bien que las negaciones no pueden ser demostradas.
Un buen n¨²mero de cr¨ªticas se las llev¨® la tesis de Thornas Kuhn sobre la "intraducibilidad de las teor¨ªas cient¨ªficas", tanto en su primera versi¨®n de 1962 como en la m¨¢s matizada de a?os m¨¢s tarde tras las cr¨ªticas de Hillary Putnam. Ni que decir tiene que algunas de estas ponencias hab¨ªan perdido el mundo de vista, porque mientras Kuhn y Putnam hablaban de ciencias concretas que supuestamente se refer¨ªan a un mundo hipot¨¦ticamente real, algunos ponentes remit¨ªan a lo dicho por alguien que dijo que otro hab¨ªa dicho que dijeron que dijo. Fueron los menos, pero algunos se colaron.
Un segundo bloque de intervenciones dispar¨® directamente contra la objetividad de los cient¨ªficos y, muy concretamente, contra el sexismo que, afirmaban los y las ponentes, domina la ciencia. Hubo reivindicaciones de autoras escasa como el trabajo de Mar¨ªa Inmaculada Perdomo La filosof¨ªa de la naturaleza de lady Anne Conway (una pensadora inglesa -1631-1679- que prefiri¨® creer en la m¨ªstica m¨¢s que en la mec¨¢nica que se estaba imponiendo de la mano de Galileo y Descartes). Y hubo tambi¨¦n acusaciones directas. Un ejemplo: "La cultura patriarcal se vale de la ciencia para sostener las barreras que social y pol¨ªticamente han sido derribadas", afirm¨® Rita Viera en una exposici¨®n pol¨¦micamente titulada ?Por qu¨¦ son malas las mujeres para las matem¨¢ticas? "Los lenguajes cient¨ªficos", afirmaba Viera, expresan "invariablemente la inferioridad mental de las mujeres para el tipo de habilidades que se relacionan con las matem¨¢ticas". Y la autora repasaba los intentos, infructuosos, de fundar una supuesta inferioridad femenina en la gen¨¦tica o en la neurofisiolog¨ªa. Viera termin¨® proponiendo a los presentes (mayor¨ªa de mujeres) la siguiente frase: "P¨¦rez ten¨ªa un hermano, que muri¨®; pero el hombre que muri¨® no ten¨ªa hermano". Incluso en aquel contexto hubo quien tuvo serias dificultades para darse cuenta de que el primer P¨¦rez citado era mujer, ¨²nica forma de que la oraci¨®n tenga sentido.La relaci¨®n entre valores y ciencia la plante¨® en toda su crudeza Javier Echeverr¨ªa, para quien la afirmaci¨®n de que "los valores externos no influyen en el conocimiento cient¨ªfico" es obviamente cuestionable despu¨¦s de Kuhn. Frente a ello, Echevarr¨ªa defendi¨® la posibilidad de "evaluar los fines y objetivos" de la ciencia y no s¨®lo sus "medios, instrumentos y m¨¦todos". A juicio de Echevarr¨ªa la ciencia "est¨¢ cargada de valores", hasta el punto de que "no hay enunciado cient¨ªfico sobre los hechos que no dependa de criterios axiol¨®gicos previos". Al mismo tiempo, la ciencia "no se reduce a conocimiento, es tambi¨¦n actividad transformadora". Echevarr¨ªa termin¨® proponiendo revisar la noci¨®n de racionalidad tecnocient¨ªfica de forma que reconozca el sistema de valores que alberga. Porque es aceptable, a?adi¨®, decir que la ciencia es la b¨²squeda de la verdad, s¨®lo que es "insuficiente" y el dilema que puede vivir un cient¨ªfico en caso de guerra entre servir a la verdad o colaborar a la victoria deber¨ªa bastar, dijo, para demostrarlo.
Las actas del congreso, que se celebr¨® los pasados 6, 7 y 8 de febrero, han sido ya editadas por los profesores de la UAB Anna Estany y Daniel Quesada.
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