La vieja historia
Espa?a volvi¨® a resolver con facilidad un partido ante la selecci¨®n de Malta
Otra vez el viejo tr¨¢mite con Malta. Cada cierto tiempo llegan estos chicos, reciben una tunda, se suman goles, se a?aden puntos y todos felices. As¨ª ha ocurrido desde que el f¨²tbol es f¨²tbol y as¨ª continuar¨¢ la historia. Espa?a empuj¨® un poco en el primer tiempo, derrib¨® la resistencia de los malteses y marc¨® los goles que consider¨® conveniente, menos de los previstos en cualquier caso.Como no pod¨ªa ser de otra manera, el partido sigui¨® una direcci¨®n: hacia la porter¨ªa de Malta. Fue un asedio constante, fatigoso, sin grandes recompensas porque esta clase de rivales son poco agradecidos. Lo normal es golear y a eso se aplic¨® el equipo espa?ol con decisi¨®n, quiz¨¢ con un exceso de actitud. Aunque la vehemencia nubl¨® un poco la perspectiva de los jugadores, la selecci¨®n tuvo un inter¨¦s muy profesional por el encuentro. Los malteses se sintieron intimidados ante la febril propuesta de Espa?a. El gol era inevitable. Tard¨® en llegar lo que tardaron en encontrarse Alfonso, Ra¨²l y Guardiola.
Antes del primer gol, s¨®lo cab¨ªa preguntarse por el funcionamiento de Guardiola y Hierro, directores en comandita del juego espa?ol. El partido no sirve como referencia para medir el efecto conjunto de estos grandes jugadores, pero la impresi¨®n es que la mezcla es insatisfactoria. De sobre es conocido el inter¨¦s de Clemente en contradecir a los entrenadores que colocan a Hierro como central. Y tambi¨¦n es conocido el deseo de Hierro por trasladarse al centro del campo. Siempre le ha gustado acercarse al ¨¢rea y alcanzar posiciones de gol. Pero si como central su categor¨ªa es indiscutible -posiblemente el mejor de Europa en estos momentos-, como centrocampista provoca algunas dudas. Maniobra con cierta lentitud, juega de forma correcta pero predecible y produce un efecto disuasorio sobre su acompa?ante.
La duda sobre la compatibilidad de Guardiola y Hierro es razonable, pero este partido no ayudaba a despejarla. Aunque es cierto que al juego de la selecci¨®n le falt¨®, un punto de claridad en el comienzo del encuentro, tambi¨¦n era evidente que la victoria estaba asegurada. El gol de Guardiola abri¨® la veda. Fue un buen tanto. Alfonso conect¨® con Ra¨²l, que meti¨® el cl¨¢sico pase para el llegador, un novedoso Guardiola en esta caso. Vamos que hizo de Guerrero o Caminero. Entr¨® desde atr¨¢s, se llev¨® la pelota y meti¨® levemente la puntera. Suficiente. El resto del partido discurri¨® cuesta abajo. Alfonso marc¨® el segundo y volvi¨® a hacerlo reci¨¦n comenzada la segunda parte. Salieron Hierro y Ra¨²l y entraron Pizzi y R¨ªos, que jug¨® liberado de obligaciones defensivas, casi de media punta, atento a llegar al ¨¢rea con su f¨ªsico imponente. Gente grande para sacar rendimiento en el juego a¨¦reo. No ocurri¨® as¨ª. El juego se empastel¨® m¨¢s de lo debido, probablemente por la progresiva p¨¦rdida de inter¨¦s en hacer sangre con un rival rendido.
La segunda parte fue un desperdicio que los futbolistas sobrellevaron como pudieron. Espa?a simplemente hizo valer el peso de los jugadores y de la historia. El resto corri¨® a beneficio de inventario, uno de esos partidos que s¨®lo sirven para asegurar los puntos y seguir la ruta de clasificaci¨®n para el Mundial de Francia.
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