La Berlinale deja de ser escaparate de Hollywood
El dan¨¦s Bille August abre un concurso muy esperanzador a causa de su variedad
Financiada con dinero sueco, alem¨¢n, dan¨¦s y brit¨¢nico, Smilla o el amor a la nieve no es un europuding (emplasto sin identidad) gracias a la gran profesionalidad de su director, el dan¨¦s Bille August, y de la guionista, Ann Biderman, que adapta con claridad y orden el complicad¨ªsimo argumento de la novela de Peter Hoeg (La se?orita Smilla y su especial percepci¨®n de la nieve, editada en Espa?a por Tusquets). Resultado brillante, pero epid¨¦rmico de la pel¨ªcula que abri¨® anoche una Berl¨ªnale que, tras largos a?os de sometimiento, ha aprovechado el desastre en que est¨¢ desembocando el declive de Hollywood y su circo de efectos especiales para acabar con el abrumador protagonismo californiano en este gran escaparate alem¨¢n, que as¨ª abre un camino de retorno a su identidad perdida.
, ENVIADO ESPECIAL
En la anterior Berlinale, hicimos un recuento de las consecuencias de la pol¨ªtica de conversi¨®n de este festival en un ensayo general o un precalentamiento de la ceremonia de los oscars, y el resultado fue la presencia aqu¨ª nada menos que de veinticinco nombres y t¨ªtulos oscarizables. Y, peor a¨²n, tan desmesurado n¨²mero invitaba al optimismo, pues en la edici¨®n anterior eran veintiocho que se repart¨ªan los mejores d¨ªas, horas y pantallas del escaparate.Este a?o hay tambi¨¦n abundante cine de procedencia estadounidense, pero diluido en un conjunto variado y homogeneizado, que sobre el papel es muy esperanzador aunque luego, en las pantallas, descienda a la decepci¨®n. En cuanto giro, el de esta Berlinale es tan evidente que seguro que no se producen, como en a?os anteriores, autofelicitaciones de portavoces y mandamases de las c¨²pulas de Hollywood por su dominio de esta caja de resonancias de al cance mundial.
Moritz de Hadeln, relojero pol¨ªtico de este tinglado, esta vez afirma a las claras lo que durante a?os su diplomacia ha callado, y dice que el Festival Internacional de Cine de Berl¨ªn "no es en absoluto una m¨¢quina tragaperras. Desde la selecci¨®n de pel¨ªculas siempre nos negamos a elegir una que con venga a nuestro libro de cuentas, de la misma manera que nos negamos a presentar una pel¨ªcula porque su agente nos prometa la presencia de este o de aquel actor. Queremos ver nuestras salas llenas, pero nos negamos a someter nuestra selecci¨®n a un sistema de taquillaje. Por este motivo, distribuidores y productores nos temen. Este es un oficio en el que no se hacen amigos". Nada que a?adir, salvo saludar al se?or De Hadeln con un chapeau y recordarle que lo que acaba de decir siga dici¨¦ndolo en 1998, ya que no lo dijo hace 10 a?os, que es la fecha en que Cannes se desprendi¨® de la colonizaci¨®n californiana y Berl¨ªn tom¨® el relevo en la pleites¨ªa.
Estrellas
Para redondear el portazo, una an¨¦cdota que probablemente no tiene que ver con el fondo de este asunto, pero que est¨¢ alborotando aqu¨ª los gallineros del glamour: estrellones que ten¨ªan anunciada su presencia -se pronuncian con todos los acentos los nombres de Winona Ryder, Sandra Bullock, Diane Keaton, Daniel Day Lewis y Jack Nicholson- han rechazado la credencial y ahora dicen (aunque luego se desdigan) que no vienen. Por lo visto alegan como coartada de su deserci¨®n solidaridad con la iglesia, culto, secta, o lo que sea, de la Cienciolog¨ªa, que a su parecer est¨¢ maltratada en Alemania y eso les colma el vaso de su santa indignaci¨®n. Angelitos como estos, que se apuntan a un bombardeo con tal de que les vean las alas y que ahora les sale un ramalazo franciscano cuando les echan de comer en el plato de todos.Pero por suerte llegaron ayer a Berl¨ªn Bille August y Julia Ormond para cubrirles la ausencia. El director y la hero¨ªna de Smilla o el amor a la nieve son gente, con eso que s¨®lo existe cuando no se percibe y que llamamos elegancia. Por desgracia, su pel¨ªcula no est¨¢ a la altura de su persona. Julia Ormond ha hecho mejores interpretaciones y Bille August ha dirigido -recordemos Pelle el conquistador y Las buenas intenciones, pero olvidemos La casa de los esp¨ªritus- pel¨ªculas mucho mejores.
Smilla o el amor a la nieve intenta aglutinar en dos horas demasiadas cosas y argumentalmente lo consigue, pero a costa de enunciarlas sin ahondar lo m¨¢s m¨ªnimo en cada una de ellas. Y es que aunar en una misma (trepidante y divertida) aventura a Albert Einstein y a 007, ecolog¨ªa y thriller, enigma policiaco y beatitud m¨ªstica, psicolog¨ªa y cosmolog¨ªa, ficci¨®n cient¨ªfica y melodrama, capitalismo salvaje y amor maternal, misterio de laboratorio y amistad infantil, espionaje y l¨ªrica, es un juego de contradicciones demasiado dif¨ªcil de llevar, incluso para un escandinavo.
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