Masiva movilizaci¨®n de los intelectuales franceses contra la ultraderecha y el racismo
El ultraderechista Frente Nacional (FN) se ha convertido en protagonista de la actividad pol¨ªtica francesa. Su auge ha provocado una derechizaci¨®n de la coalici¨®n conservadora en el Gobierno, plasmada en un dur¨ªsimo proyecto de ley contra los inmigrantes. Cientos de intelectuales se han alzado contra esa ley, invitando a la poblaci¨®n a desobedecerla. Unos 200 artistas encabezaron ayer una marcha multitudinaria sobre Tol¨®n, la mayor ciudad de entre las dominadas por el FN, para oponerse al totalitarismo cultural impuesto por el alcalde. "Las libertades est¨¢n amenazadas" proclam¨® G¨¦rard Paquet, fundador del Teatro Nacional de Chateauvallon y l¨ªder de la resistencia contra el FN en Tol¨®n.
, El proyecto de ley sobre inmigraci¨®n, que deber¨¢ ser sometido a la votaci¨®n definitiva el pr¨®ximo d¨ªa 25, obliga a todo franc¨¦s que albergue en su casa a un extranjero a comunicar a las autoridades la llegada y la salida de su hu¨¦sped. Incumplir esa ley costar¨¢ hasta 500.000 francos (unos 12,5 millones de pesetas) de multa y cinco a?os de c¨¢rcel. La aplicaci¨®n de la ley obligar¨¢, adem¨¢s, a crear un "fichero de extranjeros", algo que recuerda desagradablemente a la ¨¦poca del r¨¦gimen filonazi de Vichy.Contra ese proyecto, 59 cineastas lanzaron el martes un manifiesto en el que se llamaba a la desobediencia civil. Ayer se les unieron 155 escritores, historiadores y ensayistas,. entre ellos lo m¨¢s granado del pensamiento franc¨¦s actual y muchos autores normalmente ajenos a las declaraciones pol¨ªticas. Junto a habituales como Bernard-Henry Levy, Andr¨¦ Gluscksmann o Regis Debray, hab¨ªa gente muy moderada, como Robert Sabatier. Todos se dijeron "culpables de haber alojado a extranjeros" e invitaron a sus conciudadanos a "desobedecer, para no someterse a leyes inhumanas".
Con la nueva ley contra la inmigraci¨®n, la coalici¨®n gubernamental de liberales, gaullistas y centristas intenta recuperar a una parte de su electorado, seducido por el FN. La ultraderecha no cuenta actualmente con ning¨²n diputado nacional, gracias al sistema mayoritario, pero se da por seguro que en las elecciones de 1998 lograr¨¢ al menos 30. Frente a los mensajes vacuos y tecnocr¨¢ticos del Gobierno, y a la inanidad de la oposici¨®n socialista, el FN parece haberse quedado en exclusiva con los conceptos fuertes: naci¨®n, patria, trabajo, raza, incluso revoluci¨®n. De hecho, el FN es el ¨²nico partido que esgrime una aut¨¦ntica ideolog¨ªa, por perversa que sea, y propone un soluci¨®n al desempleo, atractiva para much¨ªsimos franceses desesperados: la expulsi¨®n de los inmigrantes.
Contradicciones gaullistas
Frente a las declaraciones del presidente, Jacques Chirac, y el primer ministro, Alain Jupp¨¦, llamando a la guerra frontal contra el "partido del racismo y la exclusi¨®n", las estructuras provinciales de los gaullistas y la militancia reclaman lo contrario: la aproximaci¨®n y el pacto con la ultraderecha. Dirigentes como Charles Pasqua insisten en que el gaullismo y el FN tienen "muchas cosas en com¨²n". Incluso la izquierda tiene miedo: los diputados socialistas (que ayer aplaudieron el manifiesto de los intelectuales) se ausentaron del primer debate sobre las leyes de inmigraci¨®n para no pronunciarse.La d¨¦bil posici¨®n psicol¨®gica del Gobierno qued¨® ayer reflejada en unas palabras de Eric Raoult, ministro de las Ciudades, quien defendi¨® la futura ley contra la inmigraci¨®n con la siguiente frase: "Francia es un bote de salvamento con capacidad para 25 personas en el que intentan embarcar 50". Francia, seg¨²n el revelador lapsus de Raoult, ya no es un transatl¨¢ntico, sino un bote en pleno naufragio, sin otra ley que el "s¨¢lvese quien pueda".
Se calcula que en Francia viven, actualmente, unos seis millones de extranjeros, norteafricanos en su mayor¨ªa, cuyos hijos (franceses por derecho de nacimiento) suman unos cinco millones. Se ha superado el 10% de la poblaci¨®n total que el ex presidente Fran?ois Mitterrand fij¨® como "l¨ªmite tolerable", pero lo realmente grave es que el estancamiento econ¨®mico y la crisis de identidad nacional (la cesi¨®n de soberan¨ªa a la Uni¨®n Europea ha roto el modelo de Estado franc¨¦s) han quebrado la proverbial capacidad integradora de Francia.
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