LADR?N ARREPENTIDO

Un acontecimiento ingrato puede a veces cambiar de signo y convertirse en motivo, si no de alegr¨ªa, al menos de consuelo. Esto es lo que le sucedi¨® a la sueca Kerstin Eriksson, seg¨²n cont¨® ella misma al diario Aftonbladet. Mientras distra¨ªdamente miraba unos escaparates en Estocolmo, s¨²bitamente le desapareci¨® el bolso que colgaba de su hombro, en el que ten¨ªa las llaves de su domicilio, el carn¨¦ de conducir y el equivalente a unas 10.000 pesetas. Una semana m¨¢s tarde recibi¨® una carta en la que el ladr¨®n le ped¨ªa perd¨®n por los perjuicios y el mal rato que le hab¨ªa hecho pasar. "La tentaci¨®n fue demasiado grande", escribi¨®, "me arrepiento y me siento muy mal", al tiempo que le anunciaba el env¨ªo simult¨¢neo de un paquete conteniendo lo sustra¨ªdo y le dec¨ªa que hab¨ªa usado parte del dinero para el franqueo postal. Terminaba con un abrazo y el consejo de que en adelante pusiera m¨¢s cuidado y sujetara firmemente su bolso. La satisfacci¨®n de Kerstin hubiera sido total si no fuera por las 35.000 pesetas que tuvo que gastarse para cambiar la cerradura de su casa.- ,