Miller recrea con vigor su 'Brujas de Salem'
La bonita 'Amor y guerra' reconstruye en rosa un pasaje de la vida de Hemingway
Ayer la Berlinale (tras la boba modernez Hong Kong Viva Er¨®tica) retrocedi¨® al pasado remoto y cercano de Estados Unidos y extrajo pura contemporaneidad. Sobre todo en el caso de El crisol, la gran tragedia hist¨®rica de Arthur Miller -Las brujas de Salem, que ¨¦l mismo ha convertido en un vigoroso gui¨®n-. Por su parte, el brit¨¢nico Richard Attenborough busca en tiempos m¨¢s cercanos y, con su habitual propensi¨®n a convertir el rojo en rosa, reconstruye el paso del joven reportero Hemingway por las trincheras de la I Guerra Mundial y le sale una bonita historia l¨ªrica, que no nos aclara las zonas confusas de este episodio de la vida del escritor.
, ENVIADO ESPECIAL
Las cuatro d¨¦cadas de Las brujas de Salem confirman lo que estaba claro desde su estreno: no s¨®lo es la mejor obra de Miller, sino una de las cimas del teatro de este siglo. Pero lo que no parec¨ªa tan claro y el propio Miller (escritor nada menos que de Vidas rebeldes) se ha encargado de poner de manifiesto es que este recio monolito esc¨¦nico tuviese una tan f¨¢cil y rotunda traducci¨®n a la pantalla. El gui¨®n es perfecto, tan poderoso y exacto que provoca un repliegue del director Nicholas Hytner hacia la (muy rara hoy d¨ªa en su oficio) humildad, de manera que sin rendirle vasallaje se funde en la avasalladora escritura y sin caer en el servilismo se esmera en servirle en bandeja el (no menos raro hoy d¨ªa) don de la transparencia, depositando en el formidable reparto la autor¨ªa del espect¨¢culo.
Vigencia
El crisol sigue plenamente vigente. Se sostiene intacta no s¨®lo como construcci¨®n dram¨¢tica, sino tambi¨¦n como la met¨¢fora pol¨ªtica que busc¨® (y consigui¨®) en su nacimiento: una llamada a la izquierda estadounidense a resistir al fascismo americano en los a?os cincuenta, tiempo de crispaci¨®n (y comienzo del declive) del salvaje inquisidor Joseph McCarthy y su siniestra Caza de Brujas, que en este drama es representada en su brutal surgimiento en las postrimer¨ªas del siglo XVII, en la localidad de Salem, junto a Boston, en la colonia brit¨¢nica de Nueva Inglaterra que dar¨ªa lugar al Estado fundacional de Massachussetts.Durante unas terribles semanas, los guardianes de la ideolog¨ªa puritana -los camisas negras de aquella negrura que presagi¨® los mecanismos del comportamiento fascista en el siglo XX-instrumentalizaron a una chiquilla llamada Abigail Williams (Winona Ryder no sucumbe bajo tal personalidad, lo que dice mucho de su futuro) que, perturbada por la insomne picaz¨®n que se apoder¨® de su entrepierna despu¨¦s de pasar una noche en el pajar de un granjero llamado John Proctor (?formidable Daniel Day Lewis!) de car¨¢cter libre, independiente y ajeno a la represi¨®n que le rodeaba, desencaden¨® con sus acusaciones de satanismo una batida inquisitorial que llev¨® a la horca a docenas de personas, incluido Proctor, que se neg¨® a claudicar ante el inquisidor Danforth (?qu¨¦ actor, Paul Scofield!) y prefiri¨® morir colgado a sobrevivir traidor a su idea de la libertad.
Tres siglos despu¨¦s, en el mism¨ªsimo coraz¨®n de la democracia occidental, el Congreso de Washington, Abigail y Danforth resucitaron y se vistieron de McCarthy y, como los ide¨®logos puritanos abuelos de la Constituci¨®n americana, encontraron en el esti¨¦rcol de. la guerra fr¨ªa el abono que requer¨ªa el crecimiento del totalitarismo fascista. En ese clima de acoso, Miller escribi¨® esta obra y, circunstancia sorprendente, ¨¦l, que como Proctor, no claudic¨® de sus ideas, llam¨® a un ex amigo claudicador, el hombre de escena Elia Kazan -tan insobornable en su oficio como sobornado en la vida, pues de la noche a la ma?ana pas¨® de cazado a cazador- para que asumiera el estreno en Broadway de esta obra. En su intervenci¨®n en ¨¦l, Kazan recuper¨® su identidad con tal nitidez que el reencuentro entre ambos ex compa?eros es hoy una referencia indispensable para entender el itinerario de la supervivencia de la libertad en este siglo.
El crisol no desentona de sus legendarios precedentes y vuelve a echar luz sobre algo que se gesta d¨ªa a d¨ªa bajo nuestros zapatos: la inagotable resistencia de la gran Am¨¦rica a la Am¨¦rica rastrera, cosa que dejan ver sin propon¨¦rselo las ausencias de Winona Ryder, Daniel Day Lewis y Joan Allen (?qu¨¦ actriz!) y otras estrellas anunciadas. Si es cierto que su boicoteo se debe a su solidaridad con un colega en asuntos religiosos o creenciales, dif¨ªcilmente podr¨¢n explicar que para rechazar decisiones tomadas por pol¨ªticos alemanes castiguen a una pelea art¨ªstica universal ajena a tales pol¨ªticos, pero que se produce en Alemania. Si es as¨ª, y todo indica que lo es aunque el director Hytner lo niegue diplom¨¢ticamente, de campeones en la pantalla de la lucha contra una supercher¨ªa han pasado a ser en la vida c¨®mplices de otra supercher¨ªa.
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