Despedida de unos amantes
Un conocido bolero empieza: "Dicen que la distancia es el olvido/ pero yo no concibo esa raz¨®n". Y as¨ª es en esta obra eterna que Oller retorna con voluntad de acercarla al p¨²blico de hoy. La distancia est¨¦tica del original no quita m¨¦rito en nada a ese mensaje ¨²ltimo y ¨²nico, lleno de fuego y de belleza, de deseo y de raz¨®n en el sacrificio.Romy & July es un buen trabajo de adaptaci¨®n (mejor que el que hizo Angelin Preljocaj para el Ballet de Lyon), que gana desde la coreograf¨ªa hasta el escenario (concebido para servir al espacio abierto y a los teatros convencionales), los trajes y sobre todo los bailarines, con t¨¦cnicas espectaculares y una entrega total a los papeles.
Ram¨®n Oller (Esparraguera, 1962) ha vuelto a un esplendor que comenz¨® con Solos a solas y que ya apuntaba su estilo futuro. A veces hay un ligero tufo esteticista e ingenuo (como esos giros gratuitos de July) y en la suite de la banda sonora, donde las diferencias estil¨ªsticas entre las concepciones de Prokofiev, Gounod y Berlioz -magistrales cada uno en su partitura- no casan del todo. Son males menores aunque algo de eso tambi¨¦n planea sobre la lectura de pasos, donde gana la partida el talento del catal¨¢n, su uso del salto, la expresividad de los brazos influenciado por Mats Ek, su din¨¢mico sentido del grupo (el baile de m¨¢scaras). Destaca Nadine Astor en su July, Keith Morino en su particulair Mercucio, vital y desenfadado, y, la ingenuidad contagiosa de Jordi Ros en Romy. El canario Jes¨²s de Vega aporta una nueva faceta histri¨®nica a su talento de buen bailar¨ªn.
Compa?¨ªa Metros
Romy & July. Coreograf¨ªa: Ram¨®nOller; direcci¨®n teatral: Joan Castelis; m¨²sica: Serguei Prokofiev, Charles Gounod y Hector Berlioz; escenograf¨ªa: Ignasi Cristi¨¤; vestuario: Merc¨¦ Paloma; luces: Gloria Montesinos. Teatro de Madrid. 13 de febrero.
En palabras del propio Ram¨®n Oller, "apesar de que muchos de nuestros amores nos parezcan ¨²nicos, de hecho no son m¨¢s que peque?os secretos de nuestra particular imaginaci¨®n y de uso netamente dom¨¦stico". Puede ser. Pero esta obra, esta despedida tr¨¢gica de unos amantes de hoy que nos ha tocado compartir, tiene una cierta grandeza, unos momentos de emoci¨®n que calan y le conceden esa universalidad que da la pasi¨®n cuando es verdadera y un artista es capaz de convertirla en poes¨ªa, ya, sea a la letra, ya sea al movimiento. Romy mira desesperado al p¨²blico buscando una respuesta al precipitado abandono de July, que despu¨¦s de despertar alza los brazos tambi¨¦n preguntando y pregunt¨¢ndose por qu¨¦ siempre, hasta en el teatro de la danza, debe ganar el desamor. Oller da tina respuesta coral que al menos alivia.
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