Luis Enrique indulta a Robson
El Barcelona acaba tirado y defendiendo ante el Racing el solitario gol
Luis Enrique indult¨® a Robson a bal¨®n parado. La ejecuci¨®n queda aplazada a hoy, al jueves en Atotxa o hasta que N¨²?ez quiera. La condena sobre el t¨¦cnico tiene plena vigencia. Tanto el resultado como la clasificaci¨®n dejaron de ser hace ya tiempo argumentos de pes¨® para el entrenador. La hinchada lleva partidos ejerciendo de jurado popular sin que el gobernador atienda su veredicto. No le hacen caso, de momento, porque el refer¨¦ndum no es cuantificable ni est¨¢ homologado. Ya dir¨¢n algo si la junta cambia de parecer.El Racing tuvo el partido tan a huevo como el H¨¦rcules o el Oviedo o el Tenerife o el Atl¨¦tico. La Liga se consume en el Camp Nou como un enfermo terminal. El Barca empeora a diario. Ya no se trata de un asunto conceptual, de falta de estructura de equipo o de ausencia de un proyecto de club, sino incluso de detalles: el Bar?a acab¨® tirado ayer en su campo, defendiendo un gol de falta ante su afici¨®n y con Robson retirando a Ronaldo para dar entrada a Amunike en el ¨²ltimo minuto. El t¨¦cnico se tom¨® la licencia de perder el tiempo, cambiando al mejor jugador del mundo. El cambio precipit¨® la ca¨ªda del socio sobre el pescuezo del entrenador.
Montado sobre el alambre desde el inicio de la funci¨®n, s¨®lo sostenido por el bufido de un p¨²blido muy mang¨¢nimo con su equipo y sedado por el empate de Chamart¨ªn, el Bar?a tirit¨® durante todo el partido. La sintomatolog¨ªa auguraba otra jornada muy l¨²gubre: encarcelado, Guardiola no entraba en juego -una asistencia suya a Giovanni vali¨® m¨¢s que diez carreras de Popescu-; no hab¨ªa forma de que Ronaldo recibiera -se hart¨® tanto de esperar en su cueva que baj¨® al medio campo a tocar-; y el f¨²tbol se dispersaba siempre por los m¨¢rgenes del campo: por aqu¨ª una falta, all¨¢ un c¨®rner y acull¨¢ un bal¨®n muerto en un fuera de banda.
El colectivo de Marcos se defendi¨® como equipo, o sea con un patr¨®n de juego que disimulaba las deficiencias individuales, y atac¨® con esmero desde los sectores que le ogreci¨® el Barcelona. Intent¨® tocar y llegar ante las disfunciones azulgrana eh la transici¨®n de fensa-ataque y corri¨® en cada p¨¦rdida de bal¨®n del contrario. Fue un grupo racional que en la arrancada muri¨® a manos de V¨ªtor Ba¨ªa y en la despedida por la falta de oficio de sus futbolistas.
Los barcelonistas se agarraron a los tuya-m¨ªa entre Giovanni y Ronaldo -los brasile?os jam¨¢s repararon en lo que ocurr¨ªa a su alrededor-; a los centros con rosca de Cu¨¦llar, a los detalles de Celades con el bal¨®n, a la lucidez de Guardiola, a la bravura de Popescu, a los cabezazos de Couto. El entrenador parece incapaz de elegir once futbolistas que se complementen en la cancha.
No es f¨¢cil jugar ante tanto. descontento y fractura como hay en el club azulgrana. El desconcierto es ya de tal magnititud que incluso no existe liderazgo. Los jugadores entran y salen sin que el aspecto del equipo mejore ni se cuestione la val¨ªa de cada uno de los refuerzos. Pese a que su ausencia superaba ya los cuatro meses, Celades y Cu¨¦llar le dieron m¨¢s toque y salida al grupo en su re_greso y, sin embargo, no sirvi¨® para dibujar un partido m¨¢s alegre ni c¨®modo. El asunto es que el entrenador no rentabiliza el capital que tiene en sus manos.
El ¨²nico acierto de Robson recay¨® en saber sobrevivir al ataque del Racing. Resisti¨® el Bar?a pese a jugar el ¨²ltimo cuarto con uno menos y salv¨® los muebles con un juego bravuc¨®n. Incapaz de retener el bal¨®n, se defendi¨® como un gato panza arriba, agarrado a un marcador que le permite al entrenador aplazar el ultim¨¢tum a no ser que la decepci¨®n haya alcanzado tambi¨¦n a la directiva hasta el punto de no valerle ya ni siquiera la victoria.
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