Un cronista esc¨¦ptico
Aprender a matar fue lo m¨¢s dif¨ªcil Pepe Carvalho tuvo un buen maestro, el ex relojero suizo Phileas Wonderful. "Las vacilaciones" le dec¨ªa, "no proceden de una repugnancia natural sino cultural". Carvalho a¨²n no era detective y estaba aprendiendo cinismo a marchas forzadas. Atr¨¢s quedaban sus tiempos de militancia en el Partido Comunista, pero incluso cuando a¨²n era creyente se manten¨ªa fiel a la consigna de Machado: duda de tu propia duda. Ya pensaba eso en 1956, durante un encuentro de j¨®venes con Fernando Garrido, el secretario general del partido que luego fue asesinado (Asesinato en el comit¨¦ central,1981). Su fe disminuy¨® a cero y sobre todo se hart¨® de su mujer, Muriel, que quer¨ªa que estuviera siempre "en la repugnante tensi¨®n de la pretendida autenticidad". Cuando abandon¨® a Muriel y cambi¨® de camisa las cosas le fueron mejor. Se larg¨® a Estados Unidos a trabajar como lector de espa?ol en una universidad del Medio Oeste, luego fue contratado para traducir en una oficina de informaci¨®n del Estado, despu¨¦s le encargaron algunos trabajos especiales y cuando se dio cuenta era un agente de la CIA. "O se est¨¢ con Muriel o se est¨¢ con la CIA". As¨ª naci¨® Pepe Carvalho en Yo mat¨¦ a Kennedy (1972). Fue fichado como guardaespaldas del popular presidente, cuyo futuro espiritual estaba, seg¨²n Carvalho, en The way, de Escriv¨¢ de Balaguer. Le encargaron matar a Kennedy. ?Lo hizo? Admite que acept¨® cobrar: "De esta manera destruyo en m¨ª mismo cualquier coartada de convenci¨®n moral".Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n escribi¨® esta novela (muchos consideran que la primera de la serie fue en realidad Tatuaje) entre 1967 y 1971, casi paralelamente a su Manifiesto subnormal. Planeta y, Seix Barral prepararon su lanzamiento, aunque cuando Barral la present¨® a la censura franquista ¨¦sta le puso muchas pegas, en cambio la acept¨® cuando la pas¨® Lara. Pese a todo, acab¨® en las mesas de saldos.
A lo largo de una quincena de libros y un buen n¨²mero de relatos se desarrolla la personalidad de Carvalho. Su creador suele rechazar la adscripci¨®n al g¨¦nero policiaco y prefiere la denominaci¨®n de novela-cr¨®nica. Cr¨®nica de la Espa?a de la transici¨®n, del desencanto, del rechazo de la cultura como filtro de la realidad, del permanente cuestionamiento. Frente al experimentalismo. anterior, son textos realistas tamizados por un a iron¨ªa salvaje, aunque, cuanto m¨¢s se cabrea Montalb¨¢n con el entorno m¨¢s regresa a lo experimental: la serie ol¨ªmpica, por ejemplo (El laberinto griego y Sabotaje ol¨ªmpico).
Carvalho deja la CIA y ya liberado de toda ideolog¨ªa regresa a Espa?a en Tatuaje y empieza a trabajar como detective privado ("somos como term¨®metros de la moral establecida", le dice a Biscuter en Los mares del Sur, premio Planeta 1979). Empieza a quemar libros (los primeros son Espa?a como, problema, de La¨ªn Entralgo, y el Quijote) y a preocuparse por su cuenta de resultados. Ha ahorrado casi medio mill¨®n de pesetas y En los mares... ya tiene casi 1.200.000 pesetas. Estas novelas, junto a La soledad del manager (1977), Asesinato en el comit¨¦ central (1981), La rosa de Alejandr¨ªa (1984), Los p¨¢jaros de Bangkok (1988) y El premio (1996) son las m¨¢s contundentes de la serie.
Barcelona
Huidas y regresos, con principio y fin siempre en Barcelona, historias imposibles, un Norte-Sur en su propia ciudad (vive en Vallvidrera y tiene el despacho en La Rambla), soledad, amargura y escepticismo progresivos... son algunas de las constantes. En La rosa... Carvalho, ?se siente viejo? ?generoso?, le pide a Charo que se vaya a vivir con ¨¦l y ella le dice que no. ?Qu¨¦ hace? Se va al mercado de La, Boquer¨ªa en busca de los ingredientes para una suculenta cena con su amigo el gestor Fuster. ?Para celebrar qu¨¦? "La imposibilidad de celebrar nada".
Bromuro ha muerto. Charo se ha ido. Biscuter trata de independizarse, Fuster est¨¢ preocupado porque todos sus amigos tienen infartos. Ya ni siquiera le gusta su ciudad. Los JJ OO han matado todas las bacterias que le permit¨ªan sobrevivir. En El premio invita a Carmela (no la hab¨ªa visto desde Asesinato en el comit¨¦ central, hac¨ªa ya 15 a?os) a irse con ¨¦l a Buenos Aires donde le han encargado que busque a un desaparecido. Carmela dice que no, pero Carvalho se ir¨¢. En su pr¨®xima novela.
Est¨¢ cansado. Cansado de s¨ª mismo, de este pa¨ªs, de esta gente, pero sigue siendo el detective espa?ol m¨¢s popular. Un referente.
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