El hechizo de la voz humana
El lunes y martes, el teatro de la Zarzuela de Madrid abri¨® las puertas a la gran l¨ªrica en los g¨¦neros de lied y de la ¨®pera rossiniana. En el primero, la excepcional Felicity Lott y el pianista Roger Vignoles ofrecieron a la meloman¨ªa madrile?a el recital que recientemente comentamos desde Canarias. Todo, lo escrito hace unas semanas (EL PA?S, 24 de enero) habr¨ªa que repetirlo. Rara vez recibimos tan altas lecciones de canto puesto al servicio de la m¨²sica a trav¨¦s del romanticismo de Schubert, Mendelsshohn y Brahms, de la elegancia de Chabrier y del buen tino de Britten al tratar canciones francesas. El ¨¦xito ha sido aqu¨ª, como en las islas, justificadamente superlativo. Al d¨ªa siguientes desembarc¨® (o cabalg¨®) en el escenario de la calle de Jovellanos Tancredo, la d¨¦cima ¨®pera de Rossini y una de sus grandes y originales creaciones. Durante el siglo XX no hab¨ªa sido representada en la capital aunque en el anterior alcanz¨® triunfos muy sonados en los teatros de la Cruz y del Pr¨ªncipe, lo que sucedi¨® en los a?os 1822 y 1829. En el segundo, asumi¨® el papel protagonista masculino el tenor Francesco Piermarini, quien dos a?os despu¨¦s ser¨ªa primer director del Real Conservatorio madrile?o y, seg¨²n cronicones, cortejador regio.
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Lott y 'Tancredo'F. Lott, soprano, y R. Vignoles, pianista. Tancredo, sobre Voltaire, m¨²sica de Rossini. Direcci¨®n esc¨¦nica: P. L. Pizzi. Direcci¨®n musical: A. Zedda. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 17 y 18 de febrero.
Tancredo se da a conocer en La Fenice de Venecia en 1813, el mismo a?o en que nacen Verdi y Wagner. La fuerza de su car¨¢cter, la belleza sin vulgaridad de la invenci¨®n mel¨®dica, el interesan te tratamiento (le la orquesta y la sutil expresi¨®n de los afectos y pasiones subyugaron a los venecianos y, adem¨¢s, a un viajero ilustre: Meyerber, quien se sinti¨® fuertemente impactado por la ¨®pera representada ahora en la Zarzuela en una interpretaci¨®n que desde lo meritorio ascendi¨® a lo excelente.
Dentro de las posibilidades del escenario, Pier Luigi Pizzi ha preparado un montaje (adem¨¢s de di se?ar los decorados y figurines) con cierto regusto goticista que cobra especial magia por los dorados y transparencias. Tancredo, a cargo de la contralto polaca Ewa Podles, cobr¨® matices de amplia humanidad y, a pesar de los alardes virtuos¨ªsticos, todo qued¨® sometido a la m¨¢s humana y comunicativa dramaturgia. La soprano eslovaca Luba Orgonasova diferenci¨® con exactitud su personaje y el tenor Stanford Olsen venci¨® sobradamente cuantas ligerezas sustantivas y ornamentales traz¨® Rossini. El bajo Boris Martinovici, la sensible Lola Casariego y la tambi¨¦n espa?ola Marina Rodr¨ªguez Cusi se impostaron en el buen nivel general as¨ª como el coro y una orquesta dirigida por el erudito rossiniano Alberto Zedda. La representaci¨®n fue recibida con gran entusiasmo.
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