El Madrid se da una fiesta
El equipo de Capello realiz¨® el mejor partido de la temporada frente a un triste Oviedo
Encabezado por Redondo y la santa trinidad -Ra¨²l, Mijatovic y Suker-, el Madrid aplast¨® al Oviedo con una avalancha de goles y juego grande, lleno de determinaci¨®n y lujo. Por una vez, el equipo funcion¨® a la altura de la categor¨ªa de sus estrellas, una colecci¨®n. que empieza por Hierro, nuevamente imperial, y termina en Suker, autor de tres goles en una tarde que fue celebrada con entusiasmo por la hinchada. La gente sali¨® feliz, m¨¢s feliz por el excelente juego de su equipo que por lo s goles. Hab¨ªa necesidad en Chamart¨ªn de un f¨²tbol intr¨¦pido e ingenioso, la clase de juego que el Madrid ha racionado con demasiada avaricia durante la temporada. Esta vez su partido fue irreprochable, en la misma medida que se puede reprochar todo al Oviedo, preso de una tristeza infinita de una alarmante carencia de fundamento.Nada se escap¨® al buen juicio del Madrid, que jug¨® con autoridad en todos los aspectos y en todas las circunstancias. Aprovech¨® su arranque arrollador para marcar el primer gol y dejar al Oviedo en un estado de confusi¨®n. La inmediata expulsi¨®n de Abel Xavier fue un golpe irremediable para un equipo que decepcion¨® por su falta de coraje y por la languidez de su juego. Confundi¨® el f¨²tbol civilizado con el entreguismo al rival. En realidad, tampoco se puede hablar de juego acad¨¦mico, sino de un pastiche insufrible, con varios jugadores que se borraron sin escr¨²pulos del partido. Paulo Bento hizo mutis, Onopko jug¨® con una tristeza bien eslava, Stojkovski fue, un fil¨®n para el ataque madridista y C¨¦sar confirm¨® sus deficiencias y su inmadurez. Apenas Gamboa se atrevi¨® a taponar los incontables desperfectos que se produjeron en la defensa del Oviedo.
El Madrid se dio una fiesta durante todo el partido. Su autoridad result¨® incuestionable, incluso en los momentos que pod¨ªan invitar al desasosiego. Despu¨¦s de marcar el primer gol y de llevarse por delante al Oviedo, Mijatovic y Suker perdieron varias ocasiones frente a Mora, que durante el primer tiempo se emple¨® con rapidez y reflejos en los remates y en las salidas. La expulsi¨®n de Garc¨ªa Calvo, una decisi¨®n que habla de la incompetencia del ¨¢rbitro, no supuso una ruptura en el desarrollo del partido. En aquella fase, al Madrid s¨®lo. le faltaba su habitual contundencia frente al gol. En el Oviedo, la contundencia era imposible, porque jugaba desafilado, con un estilo mustio. S¨®lo logr¨® conectar con la pelota y con el partido durante un breve intervalo del primer tiempo, pero nadie se animo a buscar la porter¨ªa.
S¨®lo desde la deca¨ªda actuaci¨®n del Oviedo y desde el vigor del Madrid, se puede explicar el torbellino local. Los dos equipos estaban con diez jugadores, el Madrid ten¨ªa que manejar con ventaja corta y cab¨ªa la posibilidad de un partido apretado. Por eso resulta m¨¢s negligente la actitud abandonista del Oviedo, que se quit¨® del asunto sin disimulo, como si el partido, el prestigio y el orgullo no importara a sus jugadores. Todo lo contrario que el Madrid, cuyo disourso fue magn¨ªfico. Funcion¨® con precisi¨®n- rapidez y talento en todas las. l¨ªneas, En la defensa, la expulsi¨®n de Garc¨ªa Calvo no alter¨® nada. El Madrid jug¨® con tres defensas, dirigidos por Hierro, que siempre parece el chico de Preu contra los de tercero bachiller.
En la media hubo una actividad incesante (le Seedorf y Amavisca, pero el h¨¦roe fue Redondo. Curioso mundo el del f¨²tbol y sus aleda?os: la pasada temporada, en el tercer partido de Liga, precisamente frente al Oviedo, Redondo fue masacrado por la hinchada, que decidi¨® cargarse al centrocampista argentino y cepillarse al equipo. El Madrid no levant¨® cabeza despu¨¦s de aquel acto injustificado de, autodestrucci¨®n que promovi¨® la afici¨®n de Chamart¨ªn. Un a?o despu¨¦s, Redondo est¨¢ libre de la ojerizas, puede jugar tranquilo y ofrecer actuaciones tan destacadas como ¨¦sta frente al Oviedo.
El resto corri¨® a cargo de Mijatovic, Suker o Ra¨²l, en el orden que se quiera.
En algunos momentos, la gente se ech¨® contra Suker, que fall¨® dos mano a mano con el portero, pero su contundente respuesta en el segundo tiempo silenci¨® a los cr¨ªticos. Marc¨® tres goles, realiz¨® algunas jugadas de gran m¨¦rito y sali¨® del partido entre ovaciones. Antes de que Suker diera el finiquito al partido, Mijatovic hab¨ªa protagonizado los mejores momentos del Madrid. De nuevo apareci¨® el delantero brillante, capaz de generar una sensaci¨®n constante de amenaza y de gol. Y Ra¨²l, que comenz¨® el partido en un tono difuso., se meti¨® de lleno en el segundo tiempo y result¨® imparable para los defensores. del Oviedo, o lo que fueran.
El excelente juego del Madrid se concret¨® en los goles, algunos de gran dise?o, como el segundo, un producto de la sabidur¨ªa en los controles. El gol, por bueno, resumi¨® la mejor del Madrid. A su ejercicio, lleno de poder y juego, nada pudo oponer el Oviedo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.