La carne
Pues parece que se ha organizado cierto cirio con esa revista gallega que anuncia el queso de tetilla utilizando una ¨ªdem de verdad. O sea, la modelo ense?a un pecho suyo, y el otro es el famoso queso. Por lo visto, unas pocas p¨¢ginas despu¨¦s viene la foto de un hombre con un pulpo colocado mismamente en sus bajos. Muy creativa esa revista, como se ve. Y sobre todo la mar de original: lo de utilizar la carnecilla humana de reclamo no lo hacen m¨¢s que el 98% de los anunciantes.Hoy me he levantado con el esp¨ªr¨ªtu magn¨¢nimo. y no voy a soltarme el folio antimachista. Aunque es de justicia reconocer que el uso de la epidermis femenina gana por goleada a la masculina, y que, por consiguiente, todav¨ªa no significa lo mismo sacar en pelotirris a un se?or o una se?ora: la visi¨®n de unos s¨®lidos cueros masculinos representa a¨²n tal cambio de valores que incluso puede resultar refrescante. Pero de todas formas, y sin entrar en pormenores feministas, debo decir que estoy hasta las cejas del abuso publicitario de la carne.
Resulta irritante mirar alrededor y no ver m¨¢s que desnudos. Prenatal, por ejemplo, llena la ciudad con unos pechos de tres metros de di¨¢metro, como el ub¨¦rrimo y ubr¨¦rrimo para¨ªso de un obseso sexual. Y Ballantine, esto es a¨²n peor, se anuncia con la foto de un: culo femenino en primer plano, abrazado con avidez por un var¨®n: una, imagen que evoca de manera directa el acto sexual. Enti¨¦ndanme: la escena en s¨ª no me escandaliza. Lo que ¨ªndigna es la utilizaci¨®n de nuestra carne m¨¢s ¨ªntima; del sexo, ¨²ltimo reducto de la libertad, y lo privado, para vender un maldito producto. Un culo es un culo es un culo, como dir¨ªa el poeta; y convertirlo en una especie de cromo que empapela las paradas de autobuses es abaratarlo, robarnos la gloria secreta de la piel y dejarnos sin nada.
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