'Dolly'
Cosa de mucha maravilla y mucho susto la clonizaci¨®n de mam¨ªferos que ha tra¨ªdo a este mundo pecador a Dolly, la oveja que no naci¨® de padre. ?Y c¨®mo es ella?, me pregunto. ?A qu¨¦ dedica el tiempo libre? Quiero decir: ?qu¨¦ siente la pobre bestia, arrancada del bendito limbo de lo no existente para ser sometida a un destino de degollina, desuelle y chuleta a la brasa? El d¨ªa de ma?ana, ?maldecir¨¢n los seres cl¨®nicos su sino, tendr¨¢n nuestras copias quien les escriba su 'to be or not to be', habr¨¢ un doctor Freud capaz de orientarlas en su Edipo? ?O acabar¨¢n por rebelarse, como los replicantes de Blade runner, yendo a pedirle cuentas al cient¨ªfico que les dio aliento?Ante descubrimientos como el de Edimburgo, lo ¨²nico que puedo hacer es expresar mi perplejidad: me sobrepasan. Ahora bien, como siempre me pongo en lo peor, les dir¨¦ que no veo un futuro en el que el ganado cl¨®nico sirva para paliar el hambre en el mundo, sino para enriquecer a sus propietarios; adem¨¢s, el abaratamiento resultante de la clonizaci¨®n posibilitar¨¢ que se despe?en m¨¢s cabras desde m¨¢s campanarios en el transcurso de nuestras entra?ables fiestas regionales. Hasta la fiesta nacional entrar¨¢ en decadencia al verse obligados los diestros genuinos a lidiar astados de laboratorio. Puede que incluso los sanfermines, no lo quiera el cielo, recurran a fotocopias gen¨¦ticas de toros bravos para celebrar sus encierros. ?Toros sin madre?, me interrogo. ?C¨®mo ser¨¢n? ?Tal vez menos nobles que los otros, por su comprensible a?oranza de la tradicional canci¨®n de cuna?
En cualquier caso, lo que de verdad me pone los pelos de punta es el nombre que los cient¨ªficos le han dado a su primer engendro: Dolly, que quiere decir mu?equita. O sea, que parece que les gusta mucho jugar.
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