Ritual,SA
4.000 chavales ponen a prueba su resistencia f¨ªsica en las actuaciones de Soziedad Alkoh¨®lika
Cuando el grupo de rock radical de Vitoria Soziedad Alkoh¨®lika (popularmente, SA) actu¨® en Canciller, San Blas, hace un a?o, Sergio, El Indio, un Mensajero madrile?o de 23 a?os, acab¨® en urgencias. Hasta en tres ocasiones accedi¨® Sergio al escenario para ejecutar el ritual mosh (tirarse desde la tarima encima de la gente) mientras su grupo, favorito aporreaba las guitarra. En la cuarta escalada ocurri¨® el percance. Sergio resbal¨® y su tobillo impact¨® contra algo. Resultado: tres semanas de baja. Este incidente no ha arredrado a Sergio. El anuncio de dos nuevos concierto de SA (viernes y s¨¢bado pasados), en la misma sala, ha llevado a Sergio, al igual que a otros 4.000 aficionados al rock callejero, a gastarse las 1.600 pesetas de la entrada para vibrar con su grupo predilecto. Y el ritual dice que desde primeras horas de la tarde ya hay que calentar motores.Aluche, donde vive Sergio, cinco y media de la tard¨¦. La jornada arranca torcida. "Viene un malo", dice alguien. Un motorista de la polic¨ªa se para ante el coche de Sergio y sus tres colegas. "Baje la m¨²sica", ordena el agente. Las guitarras del grupo Crematory dejan de sonar mientras El Kuervo ("siempre con K") esconde un litro de cerveza. "Tienen que circular, no pueden parar aqu¨ª", ordena el motorista. Arreglado el incidente, el coche enfila el camino hacia la siguiente parada. Objetivo: hacerse con hach¨ªs. Mientras El Indio departe con un colega, El Kuervo desaparece. Vuelve con cara de alegr¨ªa: "No hab¨ªa costo, pero traigo otra cosa mejor". El Kuervo tambi¨¦n trae m¨¢s sorpresas: un litro de vino blanco y otro de melocot¨®n. El novedoso brebaje se mezcla y queda bautizado como vinot¨®n.
Ya entrada la noche, el coche enfila hacia San Blas. Por el camino surge una discusi¨®n filos¨®fica sobre el estilo que practica SA: "Hacen hardcore". "No, no; lo suyo espunkrock con un poco de trash". "Pues yo creo que es death-metal". La cosa queda sin solucionarse ya a pie de Canciller, pasadas las diez de la noche. Las medidas de seguridad son esta vez extremas. La anterior visita del grupo- arroj¨® un parte de guerra bastante extenso: una veintena de personasse colaron cargando contra la puerta y el guitarrista del grupo acab¨® con la cabeza abierta despu¨¦s de que un fan le cayera encima.
Todo est¨¢ mucho m¨¢s controlado en esta ocasi¨®n. Seis fornidos hombretones a pie de escenario invitan, a base de ense?ar m¨²sculo, a los que tienen como meta hacer mosh a descartar su objetivo. Al personal s¨®lo le queda, pues la alternativa del pogo (moverse espasm¨®dicamente como si te hubiera picado un alacr¨¢n y chocar los unos con los otros a base de codazos y patadas) en, la pista. Hay que tener mucho valor o ir muy cargado de vinot¨®n para probar la experiencia. Si se acepta el reto conviene al salir palparse por si alguna articulaci¨®n ha cambiado de sitio.
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