P¨¢nico en la Abad¨ªa
Jos¨¦ Luis G¨®mez, Ver¨®nica Forqu¨¦ y el miedo esc¨¦nico estrenan "Las sillas"
Da lo mismo que sean actores con miles de horas voladas sobre el escenario. Da lo mismo que se trate de Jos¨¦ Luis G¨®mez y Ver¨®nica Forqu¨¦, dos grandes de nuestra escena. Da lo mismo. El p¨¢nico esc¨¦nico siempre se apodera de los c¨®micos y, como dir¨ªa el refr¨¢n, cuanto m¨¢s viejos m¨¢s pellejos. A mayor profesionalidad, mayor miedo. Les pasa a todos. A pesar de la seguridad que pueda dar que estos actores de raza interpreten Las sillas de Eug¨¨ne lonesco dirigidos por Carles Alfaro y estrenen en el teatro de la Abad¨ªa. Ocurri¨® anoche y hasta que recibieron la ovaci¨®n del p¨²blico el canguele del cuerpo no desapareci¨®.G¨®mez chupeteaba toda la tarde pastillas de valeriana con crataegus y passiflora, en cuyo prospecto se indicaba que era para casos de estados de hiperexcitabilidad nerviosa, ansiedad, palpitaciones y trastornos del climaterio. Tambi¨¦n se enchufaba unas ex¨®ticas gafas de las que emanaban hacia el interior unos rayos rojos cuyo objetivo era inducir a estados mentales avanzados y limpiar la mente de todo lo negativo. Tambi¨¦n se masaje¨® con un profesional que le recordaba minuciosamente d¨®nde y c¨®mo se ten¨ªa que relajar. Ver¨®nica aguantaba mejor el tipo, porque seg¨²n ella lo peor hab¨ªan sido las dos funciones con p¨²blico previas al estreno, sobre todo la del d¨ªa anterior a la que asisti¨® su marido, el realizador Manolo Iborra.Noche hist¨®rica
No obstante, las ¨²ltimas horas de ayer, antes de salir a escena, tanto ella como ¨¦l repet¨ªan ejercicios de relajaci¨®n y de mantra y los camerinos de la Abad¨ªa se llenaban del oriental sonido del Ommmmm, mientras el patio de butacas se llenaba de p¨²blico.
Al final de la representaci¨®n las caras de actores y espectadores reflejaban una tensi¨®n muy distinta. El teatro espa?ol contempor¨¢neo hab¨ªa vivido una noche hist¨®rica.
El p¨²blico fue espiado minuciosamente por Ver¨®nica Forqu¨¦, minutos antes de la funci¨®n. Lo hizo tras unos cristales, opacos espejos desde el patio de butacas, pero claras ventanas desde el escenario. "Mira, mi madre en primera fila", se?alaba cuando descubri¨® a la escritora Carmen V¨¢zquez Vigo entre los espectadores. Escrutaba fila por fila y dec¨ªa en alto, sin riesgo de que la vieran ni oyeran. "Carmen Alborch, Cipri¨¢ Ciscar y Concha Velasco est¨¢n en la misma fila", y a?ad¨ªa: "Paco Umbral, siempre con bufanda, y Pilar Mir¨® tambi¨¦n ha venido y Jes¨²s Quintero, y... ", pronunciaba en alto uno a uno nombres de famosos.El director de Las sillas, Carles Alfaro, se negaba a dejar aflorar su miedo: "Respeto que todos nos digan mierda", dijo refiri¨¦ndose a la costumbre teatrera de no desear suerte sino mucho escremento, "pero prefiero pensar que no la necesitamos y confiar en el trabajo". "Esto no es un acto de fe, sino de oficio", se?al¨®.
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