Un toro cornal¨®n astifino
Montalvo / Vera, Pedrito, Tom¨¢s
Sacaron un toro astifino y la afici¨®n se qued¨® perpleja. La falta de costumbre.El toro, que hizo quinto, adem¨¢s de astifino era cornal¨®n, de los vueltos; de esos que les giran hacia arriba las astas y causan un respeto imponente. Hasta las mulillas se asustaron cuando lo iban a arrastrar y al ver aquella cornamenta salieron de estamp¨ªa, arrollando mulilleros y levantando gran polvareda.
El respeto que impone un toro cornal¨®n, vuelto y astifino, se advierte en el rostro y en la actitud de los lidiadores: fuera bromas, cada cual en su sitio, el que se mueva no sale en la foto.
Toros de Montalvo, discretos de presencia, tres primeros anovillados, bien puestos de cabeza; 4? y 6? inv¨¢lidos; poca casta
Juan Carlos Vera: estocada atravesada, rueda de peones y cinco descabellos (silencio); pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio). Pedrito de Portugal: tres pinchazos y se echa el toro (silencio); pinchazo hondo trasero atravesad¨ªsimo y descabello (silencio). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada ladeada (oreja); estocada baja (oreja); sali¨® a hombros. Plaza de Valencia, 9 de marzo. 3? corrida fallera. Media entrada.
Y la lidia transcurri¨® con seriedad. Tres varas tom¨® el toro, por si fuera poco, y no se cay¨® ni nada. El toro, hierro Montalvo, embest¨ªa. Hasta que se cans¨® de embestir.
Les ocurri¨® a casi todos: que, de repente, se cansaban de embestir. Debi¨® ser por la poca casta. Y debi¨® ser tambi¨¦n por cuesti¨®n de aburrimiento. Hay toros que se aburren. Les aburren los toreros. Hay toros que se recrecen en las suertes hondas y en cambio no toleran la incontinencia pegapasista del toreo moderno. La corrida fallera ofreci¨® significativos ejemplos de esta sistem¨¢tica.
Pedrito de Portugal se puso a pegarle derechazos vulgares y precavidos al toro cornal¨®n, vuelto y astifino, y a mitad de trasteo el astifino-vuelto-cornal¨®n toro volvi¨® grupas y se march¨® a rumiar sus frustraciones en la querencia de chiqueros. Llega Pedrito a concluir la faena cuando deb¨ªa y no habr¨ªa dado lugar a ese deslucido desenlace.
A su anterior toro lo lance¨® bien Pedrito por ver¨®nicas y chicuelinas, abri¨® la faena de muleta en el platillo mediante el cambio por la espalda y se enfrasc¨® en una producci¨®n seriada de derechazos muchos y naturales menos tan escasa de arte como de mesura. Y el toro no aguant¨®. En realidad el toro -quiz¨¢ novillo-, acab¨® harto.
Los tres primeros Montalvo ten¨ªan pinta utrero. Al que abri¨® plaza Juan Carlos Vera lo tore¨® por naturales y esa era la faena; ya no proced¨ªa m¨¢s en cuanto dibuj¨® el pase de la firma. No obstante se empe?¨® en seguir, al pinta utrero se le agot¨® el celo y escap¨® a tablas en busca de otras alternativas.
El cuarto estaba inv¨¢lido y debi¨® volver al corral. El presidente no quiso devolverlo al corral y las porf¨ªas muleteras de Juan Carlos Vera al anmalito aquel que se desplomaba carec¨ªan de sentido. Y hab¨ªa querido brindarlo al p¨²blico; ?ser¨¢ posible? El p¨²blico lo tom¨® a ofensa personal y no le dej¨®.
El toro pinta utrero, pocas chichas y media torta que irrumpi¨® en tercer lugar result¨® noblet¨®n y Jos¨¦ Tom¨¢s lo mulete¨® animoso por redondos en dos tandas, tres por naturales de temple desigual, y matar pronto le vali¨® una oreja. Al sexto lo mulete¨® mejor, ce?ido y reposado, con gusto y tambi¨¦n con variedad.
Bueno, quiz¨¢ lo ¨²ltimo sea pleonasmo: ya dicen que en la variedad est¨¢ el gusto. Pero es el caso que Jos¨¦ Tom¨¢s no s¨®lo emple¨® el pase de pecho para abrochar las tandas sino tambi¨¦n la trinchera, el cambio de mano, el molinete, y el adorno de las manoletinas. Lo malo fue el bajonazo que cobr¨®; mas la muerte r¨¢pida del toro enardeci¨® al p¨²blico, le dieron la oreja y pues esa y la anterior sumaban dos, le bastaron para abrir la puerta grande. Baratas est¨¢n las puertas grandes. Claro que con menos motivos han salido por ah¨ª algunos. A fin de cuentas la corrida de Montalvo estaba en puntas -por ¨¦stas que s¨ª- y los toros en puntas dan m¨¦rito a los toreros.
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